Dos
teros andaban cerca del molino meta encarar al ras del piso, Don Cheme los vio
desde el alero del rancho y se imaginaba un teyú en busca de huevos molestando
a la pareja.
La mañana había arrancado calurosa y al viejo lo agarró el alba despuntando
unos amargos y sintió doler los ojos cuando los primeros rayos de sol le dieron
de frente a la cara.