Era la tardecita y encare pal bolicho “El Refalon” (del Topo Aladino), y en la entrada me lo encuentro al Venancio Alcino, que le dicen “Ampolla”, porque siempre aparece después del trabajo.
Ate a la Zulema en el palenque, le rasque el pescuezo como a modo de despedida y con mi fiel perro el Álvaro siguiéndome los talones, cruce la puerta del boliche con la misma solemnidad con la que el cura entra a la iglesia.