Hoy, en el trabajo, una señora bajó a desayunar con una sonrisa que le iluminaba toda la cara. Saludó a todo el mundo con una alegría contagiosa que casi se podía tocar. Una de mis colegas, viéndola pasar, me susurró: "Qué contenta baja". Y a mí, sin pensarlo, me salió una frase que siempre decía mi abuelo: "Soñó lindo".