lunes, 5 de agosto de 2024

Ecos de un Silencio...

En el silencio de la noche, cuando las sombras se alargan y el mundo parece detenerse, encuentro el eco de mi propio dolor. Me pregunto si alguna vez la tristeza deja de ser una constante en mi vida, o si siempre será un compañero silencioso en el abismo de mis pensamientos. "Las sonrisas que se ven son sólo un disfraz para el dolor que llevamos por dentro," me repito, mientras el peso de mi desolación se hace cada vez más denso.

Cada día, trato de hallar algún rastro de esperanza, pero lo único que encuentro son fragmentos rotos de sueños no cumplidos y promesas olvidadas. "A veces, el peso del pasado es tan grande que parece que no hay suficiente aire en el presente para respirar," reflexiono, sintiendo cómo el pasado se aferra a cada paso que doy hacia adelante. En el abismo de mi mente, la luz parece ser un espejismo lejano, y el silencio que me rodea solo profundiza mi tristeza.

"Las lágrimas son la única forma en que mi corazón puede hablar cuando las palabras se quedan sin aliento." Cada lágrima caída es un grito mudo en la vasta oscuridad, una manifestación de un sufrimiento que no encuentra consuelo. La sensación de estar atrapado en un ciclo interminable de desilusión y desamparo me consume, y la esperanza se convierte en un fantasma lejano, casi irreal.

En mis momentos más íntimos, cuando las paredes parecen cerrarse a mi alrededor, me encuentro diciendo: "A veces, la soledad es tan profunda que ni siquiera las voces más amables pueden llenar el vacío." La soledad no es simplemente la ausencia de compañía, sino una presencia palpable que se siente como un peso inmenso en el pecho.

La vida sigue avanzando, pero yo quedo estancado en un lugar donde el dolor se ha convertido en una parte ineludible de mi ser. "La tristeza no es solo una emoción; es un estado del ser que consume todo lo que toca." En este lugar oscuro y solitario, la esperanza se siente como una sombra que nunca alcanza la luz, y el dolor se convierte en la única compañía constante.

Y así, sigo adelante, buscando en la penumbra alguna señal de alivio, pero solo encuentro el eco de mi propio sufrimiento, resonando en la vasta soledad de mi corazón.

 

                            A solicitud de un sufriente... fuerzas amigo.