Yo...
Recientemente, en una cena familiar, alguien me mencionó algo que (en mi propia percepción, me dio a entender) que el uso de la imaginación en la escritura puede considerarse como mentirle a la gente. Este comentario me hizo reflexionar profundamente, y quiero compartir mi perspectiva al respecto.
Primero, es importante entender que la escritura, en su esencia, no se trata de engañar a las personas, sino de ofrecerles una experiencia. Cuando escribo, no pretendo presentar una verdad absoluta o una representación exacta de la realidad. Mi objetivo es crear un mundo que pueda ser tan vívido y significativo como una experiencia real, aunque sea completamente inventado.
La imaginación es mi herramienta para explorar temas, emociones y situaciones que van más allá de la experiencia personal. La ficción, en todas sus formas, tiene el poder de proporcionar a los lectores una nueva forma de ver el mundo, de entender diferentes perspectivas y de conectar con ideas que quizás nunca habrían considerado. No se trata de mentir, sino de crear un espacio donde las personas puedan encontrar resonancia y reflexión.
Considera esto: un actor no ha vivido cada papel que interpreta, ni un director ha experimentado cada historia que dirige. Sin embargo, su habilidad para interpretar y visualizar esos roles es lo que hace que el arte sea tan poderoso y relevante. En la escritura, mi función es similar; utilizo mi imaginación para dar vida a historias que pueden tener un impacto real en los lectores.
Además, la imaginación permite explorar lo desconocido y lo no vivido, llevando a los lectores a lugares que quizás nunca habrían visitado. La ficción y la creatividad no buscan engañar, sino expandir los horizontes de la experiencia humana y ofrecer una forma de reflexión y conexión que puede ser profundamente enriquecedora.
Es cierto que la realidad tiene un valor inigualable, pero la ficción también juega un papel crucial en nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos. Mi intención como escritor es invitar a los lectores a un viaje emocional y reflexivo, donde la verdad se encuentra en la resonancia de las experiencias imaginadas, más que en una representación literal de la realidad.
Así que, lejos de mentir, mi trabajo es ofrecer una ventana a una gama de posibilidades que, aunque inventadas, tienen el poder de tocar y enriquecer la experiencia humana. En última instancia, la ficción busca acercarnos a la verdad de nuestras emociones y pensamientos, incluso cuando no se basa en experiencias personales directas.
Como escritor, quiero compartir un secreto que muchos podrían encontrar sorprendente: no necesito haber vivido o escuchado cada detalle de lo que escribo. Todo lo que realmente necesito es mi imaginación.
Imaginemos por un momento que soy un pintor. No tengo que haber estado en cada lugar que pinto ni haber experimentado cada escena para crear una obra de arte. Del mismo modo, mi capacidad para visualizar y crear es lo que me permite construir mundos y personajes desde cero. Mi herramienta más poderosa no es mi experiencia personal, sino mi imaginación.
La imaginación es un recurso infinito. Puede llevarme a explorar universos enteros que jamás he visitado y a experimentar emociones que nunca he sentido. Si pienso en las historias de ciencia ficción o fantasía, queda claro que los autores no tienen que haber estado en esos mundos inventados para crearlos. Solo necesitan una mente creativa y un corazón abierto a la posibilidad de lo extraordinario.
No se trata de haber vivido cada experiencia que relato, sino de tener la empatía y la capacidad de conectar con diferentes perspectivas. A veces, la inspiración viene de observar el mundo que me rodea, de leer, o de escuchar a los demás. A partir de ahí, transformo esas observaciones y sentimientos en historias nuevas y únicas a través de mi imaginación.
Jorge Luis Borges, un escritor que admiro, solía decir que la realidad misma es una forma de ficción. Para mí, esto significa que la verdadera magia ocurre cuando transformo lo que veo, siento y pienso en algo que va más allá de la experiencia directa.
Así que cuando escribo, me lanzo a un océano de posibilidades donde mi imaginación es el timón. No necesito haber vivido cada historia que cuento; solo necesito tener la capacidad de imaginarla con suficiente detalle y autenticidad.
Ese es mi secreto como escritor: la imaginación es el verdadero motor de mi creatividad. Y a través de ella, construyo mundos y trazo historias que, aunque no hayan sido vividas por mí, tienen el poder de resonar profundamente con quienes las leen…
Como ya lo he mencionado en varias oportunidades, mis palabras dejan de ser mías, desde el mismo momento que tú mismo le das la interpretación que creas conveniente, eso me convierte en un “hacedor de lectores” más que un escritor…
GRACIAS TOTALES A UDS, POR ESTAR DE ESE LADO DE LA PANTALLA…