domingo, 19 de enero de 2025

Una de gustos, pasiones y traiciones culturales... ¿y qué?"

 

En mi lugar de trabajo, suelo decirles a las personas respecto a lo radical que es la gente de la ciudad tanto para con su cerveza como con sus alfajores. Siempre pido que recuerden la película RAMBO, cuando al personaje no lo dejaban ingresar al pueblo, la policía lo subía al auto y lo llevaban hasta los limites del mismo para que se vaya… bueno, acá en Santa Fe, si les llegas a criticar la cerveza o los alfajores, al igual que en el mencionado film, la policía te “escolta” hasta los limites mismos s de la ciudad y te invita gentilmente a retirarte.

Y es que somos los argentinos (creería los latinoamericanos en general) demasiado “pasionales” a la hora de defender algunas posturas que creemos las correctas.

No importa lo que sea, del tema que se trate, si a un argentino le decís qué opinas “lo contrario”, mínimamente te estas asegurando un par de minutos de discusión (repito: sea del tema que sea).

Pondré algunos ejemplos (quizá hasta sean los más “ortodoxos”). Existió un jugador de futbol que fue una cosa dentro de la cancha, y otra completamente diferente fuera de ella (y lo quieren comparar con otro mucho mas actual, que tanto dentro y fuera de la cancha demuestra a diario su enorme don de gente… cosa que el otro no pudo hacer). Bueno, a algunas personas si les “tocas ese ídolo” … se arma.

Existió otrora campeón mundial de boxeo que también, su vida privada, sus excesos, hicieron empañar la hazaña boxística por la cual fue mundialmente conocido (pensándolo bien, son dos o tres de estos ejemplos, alguno con una localía muy arraigada).

No ahondare en el plano “político” pues ahí ya directamente las diferencias suelen ser irreconciliables, logrando separar familias, grupos de amistades y demás etcéteras por este tema.

El tema que me trajo a colación todo esto, es la idolatría en la cual se suelen encausar algunas personas, no entendiendo (no aceptando más que nada) de que quizá otros podemos llegar a pensar distinto… sin que ello fuere algo malo.

Personalmente no me gusta la música del Flaco Spinetta, o la de Fito Páez (por poner algún ejemplo), y no por ello digo sean malos ni mucho menos. Son ARTISTAS (así en mayúsculas) de los cuales nunca pude apreciar su valía, como tampoco pude hacerlo con la escritura del maestro Ernesto Sábato, y no esta mal tampoco. Básica y simplemente… no me gustan (como tampoco me gusta QUEEN).

Y que bravos se ponen algunos cuando yo nombro todo esto ¿y por qué?, tan solo por el hecho de no dejarme llevar por una corriente con la que comulga la mayoría.

Pareciera como que si escuchas MAYDAY (banda de trash metal, de los cuales me declaro públicamente fan), no podes también escuchar Los Palmeras, o a Chano Carpentier… no sé, no le encuentro lógica a todo ello.

Ya en mi 5ta década de vida, se me da por “analizar” algunas músicas (letras mas que músicas) y el “sintonsinsentido” de algunas de ellas me hacen plantear que escuchábamos:

Y cuando el mundo enmudece
Y las promesas engañan
Nos revolcamos en el jardín por donde nadie pasa

Del fuego vino el diluvio
La nave vuelve a partir
Y mi alimento son las cenizas de una noche larga

 

… de otrora ex banda noventona de la cual he sido seguidor también…

En fin. Entendemos (la gran mayoría) que hay que morirse para empezar a ser una buena persona, y en algunos casos mejor músico… disculpen, pero difiero con ello.

Es cierto que, en Argentina, muchos músicos son considerados próceres culturales, casi al nivel de los héroes nacionales. Cuestionarlos o no disfrutarlos a veces puede sentirse como una traición a algo más grande, como si estuvieras criticando una parte de la identidad colectiva del país. Esto pasa especialmente con artistas como Spinetta, Charly García o Mercedes Sosa, que han marcado generaciones y se volvieron símbolos de una época y de luchas compartidas.

Aunque, claro, la música también es algo muy personal. No apreciarla no necesariamente implica desprecio; quizás es solo una cuestión de gustos. Pero sí, en un país tan pasional como Argentina, meterse con los grandes es como meterse con la bandera

Algunos de los llamados PRÓCERES de la patria, como Sarmiento, Belgrano y San Martín, suelen ser recordados como figuras casi míticas, elevadas a un pedestal de perfección. Sin embargo, es importante no olvidar que también fueron hombres, con sus aciertos y sus errores, sus virtudes y sus contradicciones. Reconocer su humanidad no los disminuye; al contrario, los hace más admirables, porque demuestra que fueron capaces de trascender sus limitaciones para construir un legado que aún nos define.

Lo mismo ocurre con algunos músicos que, aunque sean considerados "próceres culturales", como Spinetta, Charly García o Mercedes Sosa, no necesariamente tienen que gustarle a todo el mundo. Admirar su talento o comprender su impacto en la historia no implica que sus obras sean universales en el gusto personal. Así como podemos reflexionar críticamente sobre los héroes históricos sin dejar de valorarlos, también podemos reconocer el peso cultural de estos artistas sin que su música tenga que resonar en nosotros.

No a todos nos tiene que gustar lo mismo, y eso no está mal. No disfrutar de ciertos músicos o figuras culturales no nos hace menos argentinos ni traidores a nada. El valor de estas figuras trasciende el gusto personal y reside en lo que representan para nuestra identidad colectiva.

 

Bueno, mi querido y anónimo lector, todo lo expuesto aquí y por vos leído, no es mas ni menos que solo una pequeña introducción para explicar que:

 

Me gustan las canciones de Arjona… ¿y qué? (vengan de a uno)