Reza un viejo proverbio hindú:
"আপনি যদি পাহাড়ে হাঁটছেন এবং এমন একটি মূল্যবান রত্ন খুঁজে পান যেটির সমস্ত উজ্জ্বলতা পাওয়ার জন্য আপনি কাজ করতে ইচ্ছুক নন, তবে পাহাড়টিকে বিরক্ত না করার জন্য এটিকে যেমন আছে এবং যেমনটি পেয়েছেন তেমনি রেখে যাওয়াই ভাল।"
Cuya traducción sería algo más o menos así:
“si vas caminando en la montaña y encuentras una gema preciosa que no estás dispuesto a trabajar para sacarle todo su brillo, es preferible dejarla tal cual, y como la encontraste, a fin de no molestar a la montaña”
Imagina que vas caminando por la montaña, el sendero cubierto de tierra, entre piedras y hojas secas. De repente, encuentras una gema brillante, un tesoro que la naturaleza ha dejado allí, tal como es pura y sin tocar. La piedra es preciosa, su luz resplandece al sol, pero aun sin ningún tipo de intervención, en ese momento sabes que tiene un potencial maravilloso: si lo trabaja con paciencia, si la pules y la moldeas, su brillo será más intenso. Sin embargo, también sabes que para hacer eso, requiere de trabajo, cuidado y tiempo. Y, sobre todo, disposición a dedicar a ella de la manera en que se merece.
Pero, si no tiene la capacidad de trabajar esa gema, si no se está dispuesto a invertir todo lo que es necesario para hacerla aún más esplendorosa, lo más sensato es dejarla donde está. En su lugar, intacta, para no perturbar su curso natural. Porque no es solo la gema la que se puede dañar si no sabes cómo tratarla; el perjuicio podría ser para ti mismo, que podrías caer en la tentación de tomar lo que no sabes cómo se puede cuidar.
Este pensamiento se puede trasladar a las relaciones humanas, en particular a la relación con una mujer que, como esta gema, parece casi perfecta. En la vida, algunas mujeres brillan con una luz propia, y su presencia irradia belleza, inteligencia, amor y fuerza. Son como ese tesoro en la montaña: la gente lo busca, las deseas, las admira, pero no todos saben cómo tratarlas. No todos tienen la capacidad de ver más allá de su brillo exterior y, más importante, no todos están dispuestos a poner el necesario esfuerzo para ayudar a que esa belleza se despliegue aún más.
Si se encuentras a una mujer que casi roza lo perfecto (de echo quizá lo sea para ti), que tiene esa luz podría decir que iluminaria tu vida, pero sabes en el fondo que no tienes nada bueno para ofrecerle, que no estás dispuesto a trabajar en la relación ni invertir en el cuidado de lo que importa, lo más sensato sea seguir tu camino. No la hagas parte de tu vida solo porque su resplandor te atrae, eso es como arrancar una gema preciosa de su entorno sin tener ni la intención ni la habilidad de pulirla y hacerla brillar más. Podrías dañarla en el proceso, o incluso perderla, sin haber notado jamás su verdadero valor.
El respeto, como la paciencia, es el ingrediente esencial en toda relación. Y al igual que con la gema, si no tiene disposición de ofrecer algo significativo, algo que enriquezca su vida, es preferible dejarla donde está, tal y como es. No debes perturbar su paz ni su ruta natural, y mucho menos permitir que su luz se apague por falta de aprecio.
"Así como la montaña no debe de ser 'molestada' por no saber reconocer aquel tesoro, una mujer de valor no debe ser tocada por manos que no saben acariciar lo delicado, lo profundo, lo auténtico de su ser".
El amor, como el trabajo de la gema, requiere de tiempo, esfuerzo y respeto. Y si no estás dispuesto a dar lo que ella merece, lo más sabio es seguir tu camino y permitir que conserva su fulgor, sin interferencias innecesarias.
Este escrito intenta mostrar que tanto algunas relaciones, como a las gemas, deben ser tratadas con dedicación, respeto e invertir en ellas tiempo, disposición y esfuerzo. Al final, es un recordatorio de que, si no puedes aportar algo valioso a la vida de otra persona, es preferible no interferir en su camino.