Bueno, listo, ya llegaron, ya las vivimos, ya pasaron, y es que las fiestas son
tan solo eso… fiestas.
Lo cierto es que esta época además sirve para la reflexión, motivada quizá por
la culminación de un año, el comienzo de un nuevo ciclo, porque cobramos el
aguinaldo, o vaya a saber por qué, uno empieza a colocar en la balanza todo lo
bueno y lo malo que le ha ido sucediendo.
Estuvimos absortos en pleno proceso: que los regalos, que la comida, que la bebida, que si invitamos a la tía Mecha que hace un rico tiramisú; que al tío Óscar no, porque se empeda y hace quilombo... en fin, todo lo que sabemos que pasará (o imaginamos) en este tipo de reuniones.
Ya dejamos atrás esa tarde-noche del 31, en donde todo el mundo andaba como “apurado”, tratando de lograr una puntualidad que seguramente no les fue exigida.
En mayor o menor medida, quien más, quien menos, pudo haber tomado estas fechas realmente como un FIN DE CICLO, y el inicio de uno nuevo, pero la realidad indica que hoy es simplemente miércoles, un día común y corriente, en donde se deberá empezar a pensar (quizá) en comenzar alguna especie de régimen para tratar de bajar los excesos a los que sometimos a nuestros ya de por sí maltratados cuerpos, bajo la consigna de: es solo una vez al año, ¿no?
Las fiestas suelen traer consigo una mezcla de emociones,
recuerdos y, claro, en algunos casos (tentado a decir “la mayoría”) un montón
de excesos.
La clave no es esperar al "lunes" o a "un nuevo ciclo" que
suene más épico, sino empezar a poner en práctica esos pequeños cambios que
poco a poco nos hagan sentir mejor, sin la presión de un gran comienzo o
promesa. Después de todo, es solo un miércoles... y es el mejor momento para
poner en marcha cualquier meta que tengamos.
Ya le hizo decir QUINO a su entrañable personaje Mafalda: El que tiene que cambiar y mejorar no es el año nuevo… es usted.
¿Qué tal si comenzamos con algo sencillo?
Hoy es miércoles, aunque parece sábado, como acaba de decirme una compañera de
trabajo. Para quienes tenemos la fortuna de conservar nuestra fuente laboral, y
aun pese a que nos toca trabajar un día como hoy, la realidad es innegable: hoy
no es más que un día más en el calendario.
Sin duda si, es una época de movimientos emocionales intensos. Estamos quienes recordamos a aquellos que ya no pueden acompañarnos físicamente y por los cuales aún seguimos elevando una copa, o derramando una lágrima. Quizá los más nostálgicos estuvimos pensando en tiempos pasados y en afectos; los más viejos (entre los cuales me incluyo… obviamente) nos contaron otra vez (como todos los años) miles de anécdotas de las fiestas de sus tiempos, y las pobres mascotas corrieron espantadas para meterse debajo de algún mueble, y a más de una se le escapó pis del miedo, aturdida por los cuetes...
Un vistazo básico diría… ¿no?
Las fiestas nos envuelven en una especie de vértigo colectivo. Entre los brindis, los abrazos y las promesas, parecen marcarnos un antes y un después, como si al cruzar el umbral del año nuevo todo fuera a cambiar por arte de magia. Pero la realidad, tan sencilla como poderosa, nos recuerda que lo único que cambia es la fecha en el calendario. El verdadero desafío está en lo que hacemos después, en cómo convertimos esas buenas intenciones en acciones concretas, lejos del ruido y los petardos.
Hoy, este miércoles común y corriente, nos invita a reflexionar. ¿Es necesario esperar grandes fechas o momentos épicos para empezar a mejorar? Quizá no. Quizá la clave está en los días simples, en los gestos cotidianos, en esas pequeñas decisiones que, aunque insignificantes en apariencia, nos encaminan hacia lo que queremos ser. Después de todo, el cambio no comienza en un año nuevo ni en un lunes prometedor; comienza en el momento en que decidimos dar el primer paso.
Espero amigos y anónimos lectores, que hayan tenido un buen fin, y mejor comienzo...
A aquellos que me enviaron mensajes que aún no he respondido, gracias. Por el mail, por las llamadas, pero, por sobre todas las cosas... por tenerme presente entre sus afectos más cercanos.
Lo cierto es que HOY ES TAN SOLO MIÉRCOLES… una realidad incontrastable, como que el sol sale por el este.