Hace unos días, coloqué en la puerta del jardín al que asiste mi hija más pequeña un mensaje que reflejaba mis preocupaciones y reflexiones como padre. Aunque alguien lo arrancó, sus palabras continúan resonando en mi mente.
¿Hasta qué punto amamos a nuestros hijos? ¿Es nuestro amor lo suficientemente fuerte como para velar por ellos en las noches más oscuras? ¿Nos esforzamos por garantizar que se alimenten de manera saludable? ¿Nos aseguramos de que estén abrigados y calzados adecuadamente?
Nos preocupamos por su higiene, por su salud física y dental. Nos aseguramos de llevarlos al médico cuando están enfermos, compramos los medicamentos necesarios y nos aseguramos de que los tomen según las indicaciones.
Claro, todo esto demuestra nuestro amor por ellos, ¿verdad?
Pero detente un momento y piensa: ¿haríamos algo que ponga en peligro su vida? ¿Los expondríamos a situaciones de riesgo sin necesidad?
¿Por qué entonces, algunos de nosotros los llevamos en moto al jardín, sin el debido cuidado y precaución? ¿Por qué permitimos que se sienten en el asiento delantero sin el cinturón de seguridad debidamente abrochado?
¿No deberíamos aplicar el mismo nivel de precaución y protección que mostramos en otras áreas de sus vidas?
Quizás sea hora de reflexionar sobre nuestras acciones y tomar medidas para garantizar la seguridad de nuestros seres más preciados. Después de todo, ¿no es esa la verdadera manifestación de nuestro amor como padres?
Atentamente,
Un padre que busca proteger a sus hijos, incluso cuando las medidas pueden parecer excesivas.
(después lloramos...)