“…ES LA HORA DE LOS REUTEMANS Y LOS MONZONES…” me decía el viejo Ricardo Fessia, en clara alusión a que varios se creían “los” grandes pilotos o le crecían “agallas” para enfrentarse a golpes de puño aún en detrimento de su propia integridad física.
“…ES LA HORA DE LOS REUTEMANS Y LOS MONZONES…” me decía el viejo Ricardo Fessia, en clara alusión a que varios se creían “los” grandes pilotos o le crecían “agallas” para enfrentarse a golpes de puño aún en detrimento de su propia integridad física.
Dos horas faltaban para el fin de esa jornada de jueves y estarían ambos liberados hasta el martes de volver a la obra, y es que el arquitecto les había avisado de que el dueño de casa no quería que hubiese gente trabajando ese fin de semana.
-Lo más probable es que no estén-había escuchado decir a su compadre- mejor, así nos tomamos unos días y vamos a hacer unos tiros. ¿te parece?
Sólo asintió con la cabeza y siguió paleando a fin de terminar esa canchada, tratando de concentrarse en el informativo radial que estaba transcurriendo.