Dos horas faltaban para el fin de esa jornada de jueves y estarían ambos liberados hasta el martes de volver a la obra, y es que el arquitecto les había avisado de que el dueño de casa no quería que hubiese gente trabajando ese fin de semana.
-Lo más probable es que no estén-había escuchado decir a su compadre- mejor, así nos tomamos unos días y vamos a hacer unos tiros. ¿te parece?
Sólo asintió con la cabeza y siguió paleando a fin de terminar esa canchada, tratando de concentrarse en el informativo radial que estaba transcurriendo.
- ¿qué vamos a hacer con ese plomo? -consultó señalando esos casi dos metros de caño que habían sacado de la pared a revocar.
-El arquitecto dijo lo tiremos en el contenedor, yo le preguntaría al doctor si lo podemos llevar. ¿sabés la de munición que sacamos de ahí?
-Lo que el rico tira...el pobre junta- nombraba así uno de los dichos más recordados de su abuela.Y es verdad, cuando la miseria arrecia, todo viene más que bien para el curtido obrero.
Aquellos “tiros” ofrecidos por su colega, su amigo, su compadre, su “hermano de diferentes padres”, no eran más que una sana forma de “despuntar un poco el vicio” de la cacería, y así lograr algunas piezas para solventar un poco la magra economía familiar de ambos.
A eso de las dos menos diez llegó de nuevo el arquitecto, se reunió un rato con el patrón, mientras ellos terminaban de acomodar las herramientas y limpiaban los restos de cualquier cosa a fin que la dueña de casa no tuviera queja alguna de su trabajo.
La obra avanzaba muchísimo más rápido de lo que todos habían pensado, una vez terminada la nueva dependencia en la casa principal habían podido identificar la perdida de agua que se daba en aquellos caños que habían cambiado por materiales nuevos y le habían evitado un gasto innecesario de plomero; solo restaba que fragüe el material, que se seque un poco más la pared y volver a revocar todo ese galpón-lavadero. Lo demás era toda una “papita”, hacer unas guardas por acá, un canterito por allá, picar un escombro que anda a saber desde cuando estaba amontonado allá al fondo, y aprovecharlo para hacer una loseta a la salida del patio de invierno y pintarlo todo...en fin, nada que no pudiera esperar hasta la próxima semana.
El patrón estaba muy conforme con ellos dos, era la tercera o cuarta vez que contrataba sus servicios, para su casa, su quinta y su propio estudio jurídico. Trabajaban rápido, cumplían con horarios y fechas de terminación, hablaban lo justo y necesario para no andar molestando, y quedaba todo limpio y ordenado cada vez que se retiraban, y por sobre todas las cosas...DEJABAN SIEMPRE CONFORME con sus trabajos a la quisquillosa de su mujer, amén de que tenían un pequeño pseudo trato cada vez que él se acercaba a fumar un cigarrillo que le estaba prohibido por prescripción médica, y cuya esposa le hacía cumplir a rajatabla... ellos asumirían la propiedad de ese cigarrillo encendido si la mencionada se acercaba en el momento menos oportuno.
Cada pago semanal venía siempre con un “plus” por aquellos servicios, siempre se encontraban con algunos pesos extras a modo de agradecimiento, algún bolsón con mercaderías varias, unas mudas de ropa en perfecto estado, pero en desuso para sus antiguos propietarios y ese jueves no fue la excepción.
Al cumplir con la solicitud de poder llevarse esos caños de plomo para hacer municiones y plomadas, el doctor les obsequió, además, una botella de Z90 para sus cartuchos.
-Che!!!... ¿tenés algún pedazo de paño vos? - preguntó a su compadre mientras éste inflaba su propia bicicleta a fin de poder irse.
-Nada, pero esta tarde me acerco hasta lo de doña Maria, ella siempre tiene.
- ¿A las 6 en casa entonces?
-Ponele- dijo sonriendo mientras comenzaban a despedirse para ir cada cual a su propio domicilio.
Un buen baño, un frugal almuerzo, y una siesta reparadora, era todo lo que pasaba por su cabeza en este momento. Sabía que la mercería de doña Maria estaba abierta a partir de las tres, así que bien podría haber ido de paso para su casa, pero sabía que un pedacito de paño como el que el necesitaba, no iba a ser querido cobrar por aquella anciana a la cuál consideraba familia desde que él era un niño, y a la cuál ayudaba en lo que fuera y a la hora en que ella lo precisara, por ello no quería ir a molestarla.
Su mujer y su pequeño hijo se habían ido ayer hasta la casa de la madre de ella, no regresarían hasta el sábado, así que bien podrían ir a cazar mañana y el fin de semana estaría libre para poder disfrutar de su familia.
El cachorro que él mismo había llevado a casa, causante de sendas reprimendas maritales, estaba solo y había causado verdaderos estragos en el patio. Rompió dos planteras, había escarbado al lado del tejido y descolgado ropa de la soga, con la cual se encontraba jugando cuando el entró. En otro momento se hubiese enojado de sobremanera, pero la situación le resultaba muy divertida, así que se dispuso a arreglar y acomodar todo y tratar de dejarlo tal cual estaba antes de la hilarante intervención perruna.
Así que pasó parte de su tarde lavando ropa, tapando pozos, y replantando aquellos arbolitos que su esposa cuidara cual hijos.
Sin darse cuenta ya eran las cinco, su almuerzo se transformó en apenas una mateada a fin de poder seguir arreglando el patio. Se bañó y puso el despertador dentro de una hora, la siesta no pensaba resignarla.
Casi tres horas después se despertó asustado, a la velocidad que le imponía su propia modorra se acomodó un poco, subió a su bicicleta y partió rápidamente hacia lo de doña Maria...
TAPERA, dirían en mi pago. Mercería cerrada y no tenía cara para ir a molestarla a la nombrada hasta su casa. Así que hizo lo más prudente, regresó a su casa a revisar con que podían suplantar esos escasos 10X4 que se necesitaban para cortar el chorro de plomo a fin de que hiciera bola antes de caer en el aceite quemado y poder recargar los cartuchos a utilizar.
Casi una hora más tarde, y tres después de lo previsto llegó a casa de su compadre.
-A bueno- le recriminó éste- pensé que ya no venías.
-No.… es culpa del perro, después te cuento bien. No conseguí paño che. ¿vos no tenés nada?
- Nada de nada, y no vamos a intentar nada raro, acordate de la última vez, hicimos cagada.
Ya eran cerca de las diez cuando su comadre les sugirió ir de un pique hasta lo de su padre, ya que solía tener algunos sombreros viejos, que utilizaba con el mismo fin.
Cerca de la medianoche recién regresaron, aun debían hacer la munición, y comenzar a recargar. Supuestamente iban a salir a la madrugada, así que tenían tiempo de sobra.
-Sabes que no tengo leña para hacer fuego...-le dijo su compadre- y si prendemos la cocina la bruja nos echa a la mierda a los dos-trataba de justificarse.
-Bueno, vamos hasta casa y buscamos la garrafita con el quemador- propuso.
-... vos y yo, a la medianoche, en bicicleta, con una garrafa al hombro, negros y fieros como somos. ¿en cuánto te pensás que demora un patrullero en pararnos? -argumentaba una tristísima realidad de aquellos a los que la “portación de cara” los persigue de por vida.
- ¿entonces?
-Yo tengo una garrafita ahí con quemador, pero esta vacía.
-Ah...pero la llenamos, ¿la grande tiene?
-Si tiene, pero... ¿no es peligroso?
-No seas cagón ¿querés?... yo me encargo.
Un poco más de las tres de la mañana y ahí estaban en el galpón (galpón: taller, quincho, improvisado cuarto de huéspedes, sala de reuniones, y varios etc. más) culminando con la faena de poder traspasar (varios injertos mediante) gas a la garrafita para poder recién comenzar a derretir el plomo.
Tuvieron que desarmar, cargar, re armar y colocar en su sitio la garrafa de la cocina, en el más absoluto de los silencios, ya que la dueña de casa y su prole hacía rato que se encontraban durmiendo.
Estaban despuntando unos amargos mientras esperan impacientemente que el plomo se derritiera, y cuando éste ya se encontraba en el punto de poder empezar a correr, un mate mal pasado, y peor recepcionado, vino a dejar caer parte de su contenido adentro de la batea utilizada.
Deben agradecer hasta hoy día que la burbuja que explotó lo hizo hacia el otro lado, y no los alcanzó de lleno a ninguno de los dos.
Empezaba a clarear las primeras luces del día, y aún estaban en plena faena de recargar no más de 40 cartuchos, para poder salir antes de que el sol estuviese a pleno. Ya sabían que el primer caza la habían perdido, esa que se hace apenas amanecido, y cuando el bicho se empieza a mover.
Les quedaba la oportunidad de poder entrar a un par de esteros y encontrarse con alguna que otra remolona bandada allí asentada, pero era una utopía que ninguno de los dos quería argumentar frente al otro.
A paso vivo se dirigieron hacia donde comienza-termina la ciudad y empezaba el campo. El boyero estaba encendido y brutamente ambos lo tocaron.
Casi una hora caminando hasta el lugar de siempre, emitiendo alguna que otra palabra, ya que la trasnochada y el calor que se empezaba a sentir a esa hora los traía un tanto somnolientos.
Tiraron la única mochila que habían llevado al piso, apoyaron las escopetas encima y se sentaron a armarse un par de cigarrillos, descansar, para luego empezar con la rutina de la caza en sí.
En eso estaban, cuando casi al unísono, como pensando en lo mismo, luego de años y años de conocerse al punto de no necesitar hablarse para saber lo que el otro hubiera dicho o actuado, recordaron los cintos con cartuchos recién recargados, apoyados encima de la mesa del galpón... y sin que ninguno de ambos los hubiera traído.
No hubo reproches, no hubo quejas, no hubo siquiera palabra alguna de ninguno de los dos... solo quedaron sentados allí, fumando esos cigarrillos recién armados, tomándose una petaca de LEGUI que habían llevado, viendo correr el agua del arroyo y cortando y tirando puyitas casi como al descuido al mismo.
Cuando terminaron la bebida, y fumaron la última pitada, se incorporaron lentamente y uno de ellos se calzo la mochila.
Se miraron un instante y uno dijo:
-COSAS QUE PASAN... diría Larralde
Y echaron a reír...
Aclaremos que esto es ficción, un invento de la mente, es imposible que algo así haya pasado, y si alguno escucho sobre el tema... de seguro era mentira.
Igualmente: te quiero amigo…jajajajajaa