viernes, 29 de abril de 2016

Cuando un amigo se va...


Cuando uno tiene una mascota, sabe que ésta se convierte con el paso del tiempo en un integrante más de la familia, y así nos encontramos un día compartiendo una amena charla, que solo nosotros generamos y que nuestros pequeños compañeros solo atienden a escuchar...
Lo cierto es que la pérdida de las mismas genera en la familia toda una congoja...un duelo y sobre todo son los más pequeños de la casa a los cuales debemos apuntalar en esta situación.
En mi casa teníamos hasta hace unos días, un pequeño hdp llamado PEPI HALCÓN... una humilde cotorrita que nunca supo lo que fue estar encerrado, pues toda la casa y mi pequeño taller fueron siempre su patio de juegos.
Nunca imaginé que esos animalitos podían llegar a ser tan inteligentes, la verdad me sorprendía varias veces con su pequeña inteligencia. ¿Qué decir del vínculo que tenía con la más pequeña de la casa?, donde estaba una, fija que estaba la otra... apenas abríamos la puerta por la mañana, entraba casi al galope directamente hacia la habitación de la niña tan solo para subirse a su cama y despertarla... puedo contar muchísimas anécdotas (la mayoría cómicas) de lo que nos hizo pasar todos estos años, pero para la mayoría solo serán anécdotas de un estúpido loro...
Si hasta fue el encargado de sacarle a la patrona las cosquillas con eso de jamás tener “un bicho en casa”... y es hoy día una de lo que más lo siente...
Andaba siempre en el taller robándome lijas, tornillos, clavos, mechas y cuanta cosa pudiera acarrear y cuyo destino era siempre un pequeño espacio entre unas ramas (colocadas a propósito) en que el demandante cuidaba como su nido... hasta allá tenía que ir si quería recuperar el botín arrebatado...
Darle la noticia de su desaparición física a nuestra pequeña fue un duro hueso para masticar, siendo tan compañeras, compinches ¿amigas? entre ellas, y más aún cuando la pequeña aún jamás había tenido contacto con la muerte salvo en películas o en alguna serie... creo que ver llorar a un hijo, y no poder hacer nada para remediarlo, nos desgasta anímicamente.
Lo cierto es que me encontré esta mañana, trabajando en mi taller, y dejando a propósito, casi como al descuido, un pedacito de lija usada, solo para ver como se la llevaba; conque astucia se las ingeniaba para tratar de robármela sin que lo vea, y hacer de mis mañanas un par de horas divertidas... hasta que caí en cuenta que esa lija continuaría allí hasta que yo decida retirarla... que no se verá más ese bultito verde corriendo como loco hacia sus ramas con lo robado... y disculpen la mariconería ... pero no pude contener el llanto...
Tal vez no sea el lugar para hacer catarsis...disculpen Uds., para la mayoría solo serán anécdotas de un estúpido loro, para mí...la pérdida de un amigo...