sábado, 18 de agosto de 2018

María y Juan...


 

En su cumpleaños de 15 ella se terminó de dar cuenta que lo amaba. Nunca pudo explicar el por qué…lo único que entendía es que tenía demasiados peros en contra.

Él tenía 17 y hacía algún tiempo que sentía lo mismo por ella.

Los años y la vida los fueron haciendo cada vez más cercanos, más amigos… el amor iba en crescendo como también el dolor que sentían… ninguno de los dos estaba dispuesto a dar el primer paso, no podían ni debían permitírselo.

Ambos fueron mudos testigos y confidentes de sus aventuras y desventuras amorosas, se lo contaban todo

Juan tuvo más convivencias que noviazgos… que fue inversamente proporcional a lo que pasó María.

Él se separó por quinta vez casi pisando los treinta, cuando ella recién organizaba su boda, luego se fue a vivir al extranjero con su esposo. El desde aquí, le escribía mails casi a diario…

Juan volvió a juntarse una vez más, casi para no sentirse tan solo.… María enviudó demasiado joven y regresó al país.

Ella pensaba que la vida le tenía el destino de culminar su vida en soledad… él se separaba nuevamente.

Coincidieron sin quererlo en la costanera y se invitaron a cenar… la charla los entretuvo hasta muy tarde. El alcohol los desinhibió y alteró sus facultades.

Juan se ofreció caballeroso a llevarla a casa, María dudo un momento, pero aceptó gustosa…

Subieron a su departamento a tomar el último café y charlar un par de minutos a solas…

Se miraron… muy en el fondo ambos sabían de su deseo latente…se acercaron, se abrazaron con un tonto pretexto… el alcohol y la soledad hizo el resto.

 

El sexo entre ellos fue mucho mejor de lo que ambos habían experimentado jamás. Los besos se les hicieron minutos y éstos horas…

La mañana llegó y con ellos los “peros” … ya el destino había comenzado a rodar, se escudaron en su amor, lucharon contra todos los porqués y hoy ya hace más de una década que conviven y se profesan su amor a diario...

Hasta aquí nada más ni nada menos que una simple y casi tonta historia de amor…

… con la salvedad de que María y Juan… son hermanos