Supo decirme mi abuelo un día:
- M’ijo... tiene usted una virtud y un defecto, y es el mismo. HABLA MUCHO. Y es una virtud, porque es entrador, simpático, debe ser muy poca la gente que lo conozca y no tenga algún buen pensamiento de usted... va a un médico y no necesita que le haga un análisis para saber lo que tiene, porque tiene tanta elocuencia, que el mismo medico ya sabe que es lo que tiene...
Pero también es un defecto... porque TERMINA CANSANDO.