Ha pasado mucho tiempo, una vida entera quizá, pero hay cosas que uno nunca olvida.
Verán, en mis años de juventud, cuando la sangre aún me ardía en las venas y el mundo parecía un lugar inmenso y lleno de promesas, conocí a una mujer. No cualquier mujer, no… Ella era diferente. Hermosa, sí, pero había algo más. Algo en su mirada, como si siempre estuviera a punto de descubrir un gran secreto o de perder algo importante. Nunca supe qué era exactamente, pero Dios sabe cuánto quise averiguarlo.