La pérdida de un ser querido es, sin lugar a dudas, uno de los momentos más complejos que podemos experimentar en la vida. "Emotivo" y "doloroso" no son ni de lejos las únicas palabras que podrían describirlo, pero creo que son de las que más se ajustan. Emotivo porque se trata de algo profundamente humano, que toca fibras internas que quizás ni siquiera sabíamos que existían. Y doloroso, porque la ausencia física de alguien que fue parte esencial de nuestra existencia deja un vacío que no se llena con facilidad.