...levantó las solapas de su sacón se frotó las manos con fuerza y trató de soplar en ellas un poco de aliento cálido.
El tarrito que oficiaba de hervidor, tenía casi a punto dos huevos de cormorán[i] robados de un nido hacía tan solo unos minutos.
El viento casi estepario le azotaba la cara y Marcelo sintió que una lágrima le rodaba por la mejilla y actuaba casi como un filo cortante.
Hacía ya un par de días que su unidad lo había consignado aquí en el punto más sureño de la Isla Gran Malvina, donde la vista desde los acantilados del Cabo Belgrano se perdía en ese inmenso mar azul.
Habían desembarcado con la Compañía de Ingenieros 9 del EA, en Fox hacía ya un par de semanas, seguros de que nada podría ocurrir allí, de que la gringada no iba a venir desde tan lejos a reclamar ¿qué?. Y nada había pasado aún... hasta tan solo dos o tres días atrás cuando el petizo Galamero, el cabo del pelotón, le informaba que estaba consignado a custodiar esa zona hasta relevo. El unimog los llevó a él y a otros COI[ii] y los desparramó en distintos puntos, le dejaron algunos caldos, rancho como para 30 horas y partieron. Sin radio, sin nadie para hablar, solo se limitó a recorrer el lugar, armó trinchera con lo que fue encontrando, unas piedras, algunos palos, fue cortando ese musgo convertido en turba al cuál habían agarrado la mano (en estos casi sesenta días de estar allí) para encender el fuego y calentar el agua del mate (cosa que se conseguía luego de muchísimos malos minutos de fuego continuo). Si hasta parecía que la posibilidad de elevar la temperatura del agua se había detenido en el tiempo.
La primer noche la pasó sin sobresaltos, durmiendo de a ratos, tratando de mantener los pies calientes y la mente fría... ya para la segunda, y sin relevos visibles, se animó y en la cueva de zorro se armó un brasero, secó unos pares de medias y el abrigo del fuego lo hizo estar mucho más calmado.
Promediando la tercer jornada, y mientras se dedicaba de lleno a cortar matojos de Tussock[iii] vio a lo lejos una figura humana, caminando entre las piedras, corrió hasta su “engrasadora”[iv] y se agazapó detrás de una roca...
Al paso de la persona que se acercaba lo delataban el sonido del pedregullo y los pastos... el conscripto López se levantó de un salto al grito de:
-¿¿¿¿QUIÉN VIVE????!!!
...un chiquilín de no más de nueve años quedó paralizado por el miedo...su delgada cara pecosa y blanca dejaban al descubierto la sorpresa y ese enorme par de ojos azules se hacían más grande a medida que pasaban los segundos...
Jadeando, casi sin aire ya por el miedo alcanzó a balbucear:
-do not shoot please... do not shoot...[v]- mientras las lágrimas se amontonaban y pugnaban por escapársele.
Marcelo trató inútilmente de recordar las clases de inglés de la profesora Beatriz...pero solo se le ocurrían malas palabras, sensatamente cargó con la correa del arma al hombro mientras esgrimía un:
-Shhhhh...No problem... tranquilo...Shhhhh
El niño pareció entender la situación planteada, limpió sus mocos con el revés de la mano, miró al soldado por un instante... y corrió con las fuerzas que le daban sus pequeñas piernas por el sendero por el que venía.
El resto del día fue devastador para el conscripto, imaginando que esa inocente criatura podría estar pasando los datos de su ubicación y valla a saber cuántas cosas más.
La noche lo atrapó sin haber comido, y sin animarse a encender una pequeña lumbre que lo calentase por miedo a delatar su posición...
Un despojo humano, friolento, sin dormir y acalambrado descubrieron las primeras claridades del día. La tarde anterior y la pasada mala noche no trajeron novedades algunas, más allá de algunos cuantos tempraneros graznidos que provenían del lado del valle y que Marcelo no había podido identificar aún.
A eso del mediodía el ruido de su estómago lo obligó a salir de su posición para tratar de aprovisionarse de alguna cosa, lo que fuera que le permitiera saciar aunque fuera un poco esta sensación de hambre. ¿Qué habrá pasado con su destacamento?, ¿se habrán ido?, quizá lo dieron por desaparecido en acción... o peor aún..., ¿habrá culminado la guerra y a él nadie le avisó?, con la alegría de haberles ganado se olvidaron de ese pobre soldado allá en el medio de la nada y justo al límite de los confines de la civilización conocida?. Cuántas veces habrá visto películas yanquis, en donde japoneses permanecían olvidados y locos en solitarias islas pacíficas al culminar el conflicto...el no abandonaría su puesto, eso lo tenía en claro, aunque el hambre ya lo había obligado a dejar el refugio...la necesidad tiene cara de hereje.
Caminó con el arma montada y observando a cada paso...para finalmente darse cuenta de que estaba total y absolutamente solo como desde hacía ya... ¿tres...cuatro...cinco días?
Pasó una colina baja y en una depresión siguiente vio un par de yuntas de gansos que se adivinó almorzando. Su cuerpo se pegó al terreno y comenzó lenta y sigilosamente a acercárseles, tratando de buscar un mejor tiro. De vez en cuando levantaba un poco la cabeza para guiarse con la vista más allá del sonido.
Al cabo de unos interminables minutos, y cuando consideró que podían estar a tiro, se encrespó sobre sus muslos, se ciñó la correa en la mano y comenzó a buscar entre el alza y el guión, el mejor tiro... justo al momento que el chiquillo de la mañana anterior aparecía corriendo y espantando a los animales, jugando con un palo en mano, cuál espartano, o pirata, o quizá un poco de ambos.
Cuando los gansos volaron y se perdieron tras los acantilados, Marcelo salió de su improvisado escondite, a no más de cincuenta metros del niño, que cuándo lo vio volvió a intentar salir corriendo...
Era tal la bronca contenida del soldado que solo atinó a gritar:
-EEEEEEEEEEE ESSSSSSSSSSSSSTOPPPPPPPP...que fue lo único que se le ocurrió
Como detenido de repente por una enorme e invisible pared, el niño se frenó en seco, giró sobre sus talones levantó sus delgados brazos como queriendo tocar el cielo y se quedó allí parado.
Marcelo se fue acercando lentamente pero a paso firme:
-¿que me hiciste nene?
- I don't follow you. Do not shoot please.
-¿qué?...no, no, no- recién allí se percató de que aún empuñaba el arma, estiró la palma de su mano abierta hacia el infante, con movimientos lentos colocó el seguro y calzó la correa al hombro en señal de que estaba todo bien- no ran plis. Ai no bad.
-even if your English[vi]- y se sonrojó
No entendió lo que la criatura decía, pero su cara le decía que estaba tranquilo, que era lo que él pretendía. Viéndolo más de cerca casi que le encontraba un parecido con su hermanito menor.
-Guats your neimm?- inquirió
-My name is Williams Lemacks, ¿and your sir?
-¿el mío? Soy Marcelo
-mmmmar...zilo- balbuceó la criatura...
-Se... algo así... ¿uear iú from?
El niño lo miró entre sorprendido y confuso. ¿Qué de donde era? Cómo si esa pregunta encerrara algo más profundo que la simple necesidad de contacto humano.
-I am?, I am here sir. E always been and always will believe that[vii].
El soldado se maldijo por no haber prestado más atención en clases ...no le estaba entendiendo nada.
-¿you are going to shoot sir[viii]?- indagó el pequeño.
-pucha... no te entiendo- atinó a decir.
-¿you are going to shoot sir?-volvió a preguntar el niño a la vez que señalaba el arma.
-eeee.... yo...¿el arma?... ¿yot decis? .... yot...mmm disparo...¿que si esto dispara?- también señalando el arma-
-¿on my?
-¿Qué si voy a dispararte?...ahhhhhhhhh..... no.no.no.no dijo el joven, mientras trataba de calmar al pequeño colocando su arma por detrás de su propio cuerpo.
El niño se levantó, caminó un par de pasos por el sendero, dio media vuelta le sonrió.
-forgive me for what the geese, not know you were for shooting[ix].
Le dijo adiós con la mano y se fue.
Y ahí quedó nuevamente Marcelo, con una mezcla rara de impotencia, duda, y sobre todo muchísimo hambre.
Encaminó hacia su refugio, persuadido de que su tropa vendría a buscarlo, o al menos le acercarían un rancho[x] decente.
No más de una hora después, comenzó a sentir como un silbido. Se levantó, tomó su arma y se parapetó detrás de las rocas que había elegido para defenderse. A lo lejos divisó la minúscula figura del niño, con algo en sus manos.
Dejó el arma apoyada en las rocas y salió a su encuentro intrigado:
-Jai- le dijo, tratando cada vez más de hacerse entender.
El niño volvió a sonreír y le entregó un plato cubierto con un repasador, en el mismo habían ubicados prolijamente cortados un pedazo de pan horneado similar a una fugazza, queso de leche de cabra, un huevo duro y un crutón de algo que no pudo identificar pero que le resultaba enteramente apetitoso.
-¿Para mí?
-Íes sir, for you- y mientras el soldado se abalanzaba sobre lo obsequiado, con apetito voraz, el niño se sentó en una piedra cercana, sacó una pequeña libreta, un lápiz y se entusiasmó en él.
-¿qué haces?- consultó el soldado mientras se acercaba a leer.
El niño le acercó el cuadernillo, en donde con toscos garabatos intentaba infructuosamente desarrollar algunos cálculos matemáticos.
-Ah...matemática. Yo era muy bueno en matemática en la primaria. ¿Quieres que te ayude?...mmmm ¿ai jelp iú?
El niño lo miraba aún sin entender muy bien la oferta.
-mirá...-dijo Marcelo-in espanish or in English... matematics are mathematics ¿no?- sin saber si estaba hablando correctamente o no, pero convencido de que estaba haciendosé entender a la perfección.
Fué así que después de comer, comenzaron a desandar la tarea escolar...
Así pasaron los minutos, las horas... Se despidieron y volvieron a encontrarse cada día de esos que le tocó vivir esa vida de soldado abandonado a su suerte.
En esos diez, doce días que compartieron meriendas, tareas, algunos juegos y demás ambos fueron aprendiendo pronunciaciones propias del otro, y pudieron entenderse cada vez mejor.
Así pudo enterarse de que el niño era huérfano de madre, que vivía con su padre al que el mismo niño reconocía como “the town drunk[xi]”, que vivían en lo que nosotros conoceríamos como un puesto en el campo, de la cría de ovinos, que tenía tan solo diez años, que había repetido el cuarto grado, que era fanatico del Manchester, que tenía una devoción por las plantas, las conocía de pleno y era su intención estudiarl botánica algún día.... y que tuvo la suficiente amistad y madurez para no tratar un tema tan controversial como la guerra que se estaba desarrollando.
Ese jueves estuvieron hablando y jugando a la pelota (echa con medias viejas y rellena con pastos) hasta casi entrado el sol... el viernes lo despertó a Marcelo el sobresalto de los obuses lejanos y fuego de artillería. A eso de las once de la mañana un unimog cargado con combatientes desandó el camino hasta su puesto.
Antes de irse, un comando teniente primero, colocó un par de antipersonales en la zona...
La guerra culminó, y con ella se fueron los sueños de varios muchachitos de su edad que quedaron como fieles testigos de que la guerra es la negación de la razón y la justicia, el fracaso de la negociación, la política o la lógica. La sangre de algunos cuantos regaron ese sureño suelo...
Marcelo volvió a al cobijo de su hogar después de algún tiempo culminado el conflicto. Los meses se amontonaron y las pesadillas de lo vivido se fueron haciendo cotidianas.
Muchos años despues, veinte para ser exactos, Marcelo regresó a Malvinas a honrar con su presencia aquellos varios camadas suyos que quedaron para siempre como custodios de esa soberanía pretendida.
Paseó por donde se lo permitieron, visitó todas y cada una de aquellas cruces blancas iluminadas por aquél mismo sol que los cobijara en vida, lloró y rezó por todos aquellos caídos, los de un lado y los del otro.
Ya entrada la noche, y encontrandosé alojado en el Kay McCullum's de Stanley se interesó por qué había sido de aquél niño de entonces, quizá buscarlo, encontrarlo, darle un fuerte abrazo y ahora si (con su ingles perfeccionado) agradecerle aquellos momentos de amistad que supo brindarle cuando los destinos de sus propias vidas se jugaban en sendos escritorios, en ostentosas oficinas y lejos de toda inclemencia climática y/o bélica.
Un viejo parroquiano asiduo al lugar supo contarle que el pequeño Lemacks, falleció a razón de las heridas recibidas cuando pisó una mina antipersonal, extrañamente colocada en el punto más sureño de la Isla Gran Malvina, donde ni siquiera se conocía de la existencia de tropas de ninguno de los dos ejercitos.
Hoy día Marcelo a dejado de lado los fantasmas de su pasado, y cada navidad entre tantas, levanta también su copa por aquél muchachito que supo brindarle su pequeña amistad, y que tuvo la suficiente madurez para no tratar un tema tan controversial como la guerra que se estaba desarrollando...
[i] Phalacrocorax atriceps ( King) http://www.avesdechile.cl/291.htm
[ii] Vocablo utilizado para denominar al soldado raso de conscripción.
[iii] Pasto característico de la zona Malvinense
[iv] pistola ametralladora PAM (copia de la M3A1 EE.UU) en calibre 9x19 NATO
[v] No dispare por favor, no dispare...
[vi] Pero si su inglés...
[vii] Yo?, yo soy de aquí, siempre lo fui y creo que siempre lo seré...
[viii] ¿Va usted a dispararme señor?
[ix] Perdóneme usted por lo de los gansos señor, no sabía que estaba por dispararles.
[x] Comida cuartelera
[xi] El borrachito del pueblo