Tengo un amigo, Martín López, excelente tornero y mejor persona. Amante de los buenos vinos, las charlas distendidas, los libros y... colega escritor.
He tenido la fortuna de ser uno de los pocos que conocen esta faceta suya, y la bendición de poder leer algunas de las cosas por el escritas.
Lo próximo que leerán a continuación es fruto de su ingenio y ME ENCANTÓ. Con su anuencia la comparto aquí en mi propio espacio, a fin de incentivarlo a que haga lo mismo...
La "Tere" estaba a un costado del campo de juego desde el mismo inicio. Vio con emoción cada instante del partido, sufrió cada ataque como si fuera una guerra, y le reclamó al árbitro en todas las jugadas que pudo.
Abrió grande los ojos cuando su hijo agarró la pelota por izquierda y vio que tenía el carril libre.
Cuando su nene enfrentó al arquero, tensionó hasta los dedos gordos de los pies; hizo el gesto técnico pegándole a una pelota imaginaria, y cuando ésta rozó la fina terminación de la red... salió a gritarlo con el alma.
Su sonrisa se veía desde lejos, en ella se adivinaba el fanatismo por el fútbol, el orgullo por su niño que compartía equipo con sus amigos de toda la vida; equipo que ella misma vió crecer y acompañó.
Aunque bien sabía que faltaban algunos minutos, y que estos se podrían transformar en eternos, no se perdió nunca ningún detalle; el encuentro estaba durísimo... el arquero narigón volaba de palo a palo.
En la última jugada su descendencia quiso tranquilizar el juego y jugar con el portero de nariz prominente, con tanta mala fortuna que habilitó al 9 contrario para quedar mano a mano.
Entonces, fue allí donde todos callaron, la cancha entera enmudeció, y se escuchó retumbar el sonido de una sola voz... la suya:
-" ¡¡¡Andrés... ¡¡¡LA CONCHA DE TU MADREEEE!!!"
Cuando todos la miraron a ella, luego de tan hermosa y decorativa puteada, y después de confirmar que el 9 contrario malogró la chance de empate, levantó sus manos señalándose y confirmó:
- "la vagina es mía muchachos"... ganó Tercer Tiempo, ganó el equipo... no me importa más nada…
Y se fue a tomar un porrón.