Hoy me sumergí en la escritura con la determinación de capturar este momento efímero, de asegurar que no se desvanezca en el tiempo, y de ofrecer una prueba contundente de la veracidad de mi teoría.
Hoy me sumergí en la escritura con la determinación de capturar este momento efímero, de asegurar que no se desvanezca en el tiempo, y de ofrecer una prueba contundente de la veracidad de mi teoría.
Un amigo, y colega escritor, Martín López (del cual ya he mostrado alguna vez algún escrito de su propia autoría), me acaba de obsequiar con el “privilegio” de leer un cuento que está en proceso.
En él, acabo de leer una frase que me pareció una metáfora maravillosa, y quisiera compartirla y que la analicemos juntos.
“Es una siesta de enero, el calor y la humedad vacían las calles de gente, solo las chicharras desde los sauces se animan a hacerle frente cantando como si no existiera sensación térmica…”