Hace algún tiempo, bajo circunstancias poco ideales, tuve la fortuna de conocer a una persona excepcional. Al despedirse, me dejó un recordatorio escrito y poderoso sobre el impacto que podemos tener en la vida de los demás. (Puedes leerlo en este enlace).
Hace un par de días, esta misma persona me sorprendió al acercarse a saludar durante su visita a la ciudad. Esta vez, ya lejos de aquel ingrato acontecimiento que nos había reunido antes, su presencia renovó en mí el mensaje que compartí en aquella ocasión:
Me inspira a seguir siendo una fuente de apoyo y compasión para quienes lo necesiten. Me recuerda la importancia de estar presentes. La vida nos presenta desafíos inesperados, pero también nos brinda la oportunidad de ser luz en la oscuridad de alguien más.
Además de la alegría de volver a verla, me obsequió el libro de un colega escritor, acompañado de una hermosa dedicatoria que guardaré y atesoraré con el cariño que merece.
Desde este humilde espacio, envío mis más sinceros saludos y felicitaciones a Elvio Luis Bessone por la exquisitez de su pluma, y a Maria Ester Mansilla por el regalo invaluable de su presencia.