Desde mi rincón solitario detrás del vidrio de este viejo bar, observo el mundo pasar mientras me sumerjo en el calor reconfortante de mi café humeante. Las ráfagas de viento húmedo azotan el cristal, recordándome mi aislamiento en medio de la bulliciosa ciudad. Mientras tanto, la gente apurada se desliza por las calles, cada individuo inmerso en su propia prisa y preocupaciones.