martes, 25 de julio de 2023

El Aviso...

 Fría esa noche de invierno y la tormenta que no cesaba.  Desde hacia un poco mas de tres horas que había comenzado y no amagaba en amenguar.

Beatriz había apagado el sol de noche, a fin de economizar kerosene, y solo esperaba que su tristeza la dejara por un rato descansar, y que se sucedan los minutos para poder dormirse. Aunque el fuerte ruido de los truenos y las luces de los relámpagos atentaban contra ello.

Repasaba mentalmente todas aquellas cosas que deba realizar al otro día. Si continuaba el mal tiempo no podría ir a llevar flores al cementerio como lo tenía planeado.

Un viejo gato overo, gordo y capón se acurrucaba a sus pies, como única compañía.

El ruido de unas botas chapoteando el agua y sacudiéndose el barro en la puerta del rancho le supuso la llegada tardía de su esposo.

A fin de evitarle continúe a la intemperie, se levantó, se tapó con una bata que usaba de pie de cama y fue a destrabar y abrirle la puerta.

 Un fuerte trueno la estremeció por completo… apenas abierta la puerta, un relámpago alumbro la grotesca silueta de Mario del otro lado del umbral.

Dio media vuelta, dejando la puerta abierta, y en puntillas y rápidamente se regreso a la comodidad y calidez de su cama.

Detrás de si, escucho la puerta cerrar y el ruido de las botas de goma al ser retiradas y dejadas caer al piso.

De un salto ingreso nuevamente a su cama y cuando se estaba tapando, su gato se incorporo de un salto, se le erizaron los pelos y comenzó a gruñir y bufar mirando fijamente hacia la puerta de la habitación.

Beatriz recordó en ese preciso instante, que hacia un poco mas de un año su esposo había muerto en trágicas circunstancias.

¿A quien le acababa de abrir la puerta?.


¿O a qué?