¿Cuándo estamos irremediablemente muertos? Supongo que la muerte cerebral marca el límite. Sin embargo, después de este suceso, las personas continúan viviendo en el recuerdo de quienes las conocieron y amaron. Sus acciones y contribuciones perduran en el tiempo, a veces trascendiendo incluso el ámbito material para influir en el pensamiento y el conocimiento de generaciones futuras.
La vida nos coloca frente a la inevitable realidad de la pérdida. A medida que avanzamos por nuestro propio camino, nos encontramos inevitablemente con la ausencia de aquellos que una vez compartieron nuestro viaje. Son aquellos que han dejado una huella imborrable en nuestra existencia, quienes nos enseñaron con sus acciones, sus palabras y su amor.
Recordar a quienes se han marchado se convierte en un ejercicio de nostalgia y aprendizaje. Nos enfrentamos a la paradoja de extrañar su presencia física mientras celebramos su influencia en nuestras vidas. Cada recuerdo se convierte en un tesoro, una oportunidad para revivir momentos compartidos, palabras de sabiduría o simplemente la calidez de su compañía.
En ocasiones, la memoria puede parecer un consuelo y una carga simultánea. Nos recuerda el dolor de la separación, pero también nos fortalece con el legado que dejaron atrás. A través de sus acciones, virtudes y lecciones, continúan viviendo en nosotros y en aquellos a quienes tocamos con nuestras propias vidas.
En este proceso de recordar y honrar, también descubrimos la fragilidad de nuestra propia existencia. Nos enfrentamos a la realidad de que nosotros también dejaremos un día nuestras huellas en el corazón y la mente de quienes nos conocen y aman. Esto nos impulsa a vivir con más conciencia, a apreciar cada momento y a dejar nuestro propio legado de amor y sabiduría.
Así, mientras reflexionamos sobre aquellos que ya no están físicamente a nuestro lado, encontramos en su memoria un motivo para vivir más plenamente y amar más profundamente. Su ausencia nos enseña a valorar la presencia y a encontrar consuelo en la continuidad de su influencia en nuestras vidas y en el mundo que compartimos.
Como dijo Borges:
MORIR ES UNA COSTUMBRE QUE SUELE TENER LA GENTE…
...y como duelen algunos recuerdos, en días como este.
Ergo Kadar