Hay una pregunta que parece simple, pero encierra más verdad de la que muchos quieren admitir:
Si molestás a un perro que ya hiciste enojar, y seguís provocándolo, ¿es raro que te termine mordiendo?
No, no lo es. Es absolutamente lógico.
Hay una pregunta que parece simple, pero encierra más verdad de la que muchos quieren admitir:
Si molestás a un perro que ya hiciste enojar, y seguís provocándolo, ¿es raro que te termine mordiendo?
No, no lo es. Es absolutamente lógico.
...que el malo soy yo....
Me han preguntado si me volví insensible, egoísta o incluso cruel por el cambio que he experimentado en mi forma de relacionarme con los demás. La verdad es que la gente que me conoce bien sabe que no soy ni malvado ni indiferente. Lo que sucede es que llegué a un punto donde decidí empezar a tratar a los demás tal como siento que me tratan a mí. Me di cuenta de que el mundo no siempre responde con la misma generosidad o respeto con que yo trato a los demás, y eso me llevó a replantear mi actitud. No se trata de ser malo, sino de reconocer que mis acciones tienen que reflejar lo que realmente recibo.
Recuerdo aquel día como si hubiera sido ayer, aunque la lógica me grita que es imposible. Tenía ocho años y estaba construyendo una fortaleza de palos en el fondo de mi casa en Villa Laura, entre unas mandarinas y una planta de toronjas. Era una tarde de esas de verano, el sol pegando fuerte sobre los campos y el sonido lejano de alguna chicharra. De repente, una sombra grande me cubrió. Levanté la vista y vi a un hombre. No era mi papá, ni mi abuelo, ni mi tío. Era... yo. O al menos, un yo mucho más viejo, con canas en las sienes y en las barbas, algunas arrugas alrededor de unos ojos que eran inconfundiblemente los míos, pero cansados.
¿Alguna vez soñaste con viajar al pasado o al futuro? La idea de movernos a través del tiempo es fascinante, pero también nos lleva a un laberinto de preguntas sin respuesta, a lo que llamamos paradojas. Una paradoja es una situación que, aunque parece lógica, nos lleva a una contradicción. En el viaje en el tiempo, estas contradicciones son el gran dolor de cabeza.
Imaginemos que podés subir a una máquina del tiempo ahora mismo, en julio de 2025 en Argentina. ¿Qué pasaría si intentaras cambiar el pasado o si te encontraras con tu "yo" del futuro?
Son UNICAMENTE tres las personas a las cuales le permito la imprudencia de decirme aquellas cosas que no quiero escuchar, a las cuales les permito poner en tela de juicio mis propios pensamientos, mis propias ideas, y hasta quizá dar por tierra con algunas versiones de mí, que tengo en demasía arraigadas.
Cada uno de ellos saben quienes son, lo que significan para mi, y el porqué están autorizados a meterse de esa manera en mi propia vida...