jueves, 25 de enero de 2024

Ahora y antes... la tristeza es la misma...

 

 

En la niñez, desgarrábamos el aire con llantos, buscando ser notados en un mundo de grandes. Hoy, en la adultez, nuestro llanto se viste de susurros, una sinfonía silenciosa que esconde historias no contadas. Nosotros, guardianes de emociones calladas, elegimos la elegancia del misterio sobre la explicación fácil. En cada lágrima contenida, afirmamos nuestro derecho a la intimidad emocional, recordando al mundo que nuestra fortaleza reside tanto en el silencio como en la expresión.

En los días de la infancia, elevábamos nuestros llantos como una sinfonía de necesidad, un grito desgarrador en busca de atención. Sin embargo, en la madurez, nuestros sollozos han adquirido la cadencia de susurros, una melodía sutil que se desliza entre las grietas del silencio. Ahora, lloramos en un tono más bajo, una expresión reservada que se niega a dar explicaciones. Somos los narradores de nuestras propias lágrimas, tejemos epopeyas en la penumbra, reclamando el derecho a la privacidad emocional. En cada lágrima callada, proclamamos nuestra autonomía, elevando el acto de llorar a una forma de resistencia, una afirmación silenciosa de nuestra fuerza y nuestra capacidad de sentir en un mundo que a menudo exige explicaciones ruidosas. 


Básicamente, y como leí por allí: 

Cuando eramos niños, llorábamos muy alto para llamar la atención. Hoy lloramos bajito... para no tener que explicar la razón...

Arroyo Aguiar... (entre dos mundos)

 

Crecí en un pueblo, entre campos extensos, bajo un cielo infinito que susurraba historias de antaño. Sin embargo, la vida me llevó a las calles estrechas y edificios imponentes de la ciudad. El trajín cotidiano, el estrés constante y la prisa incesante se convirtieron en mis compañeros más fieles. Pero un día, decidí regresar a mis raíces, a la zona de aquel pueblo cercano que me vio crecer.

martes, 23 de enero de 2024

Un Llamado a Reconectar con las Palabras

 La Disminución de la Lectura en la Era Visual...

En la era digital, marcada por la omnipresencia de contenidos visuales (desde imágenes hasta videos), la práctica de la lectura está experimentando una marcada disminución. La fascinación por lo visual ha eclipsado la riqueza y profundidad que la palabra escrita puede ofrecer, planteando interrogantes sobre el futuro literario.

lunes, 22 de enero de 2024

Era tan solo una cancion...

... la que me transportó a aquel rincón del pasado donde los días eran más largos y las noches más llenas de estrellas. En un abrir y cerrar de ojos, me vi de nuevo en aquellas calles casi desiertas, con el aire fresco acariciando mi rostro y el murmullo de risas y conversaciones a mi alrededor. 

Entrelineas...

La vida en si misma es un enigma que desentrañamos paso a paso. En tu propio misterio descubro un capitulo INTRIGANTE donde cada palabra no dicha es una puerta hacia un universo por explorar. 

Las interacciones humanas se despliegan como versos entrelazados en el vasto poema del tiempo. Contemplando la danza de las almas, me encuentro cautivado por una presencia luminosa que irradia en la sinfonía de lo cotidiano.