Ambos son como dos figuras de ajedrez que alguna vez encajaron perfectamente en el mismo tablero de juego. Juntos, construyeron un castillo de sueños y compartieron risas que resonaron como melodías alegres. Sin embargo, con el tiempo, los engranajes que los hacían funcionar se desgastaron, y la magia que los unía se desvaneció, como dos piezas de un rompecabezas que ya no encuentran su lugar.