-Hace 60 años que estoy enamorado de la misma mujer (lo escuché decir).
Acto seguido acotó:
-Cómo me gustaría que ella lo supiera...
-Hace 60 años que estoy enamorado de la misma mujer (lo escuché decir).
Acto seguido acotó:
-Cómo me gustaría que ella lo supiera...
Hace algunos años, en este escrito que podés leer haciendo clic acá, nombraba de la importancia (al menos para mi) que es cuando uno es pequeño, de recibir de regalo (sobre todo para estas fechas) un juguete.
Hay mil cosas que pasan por la cabeza de un hombre, muchas de las cuales ni siquiera se imagina compartir. Cada uno carga con un peso invisible, una serie de pensamientos y emociones que, por diversas razones, elige guardar dentro. No es que no quiera expresarlos, ni que no sepa cómo hacerlo, es que la sociedad, las expectativas y los prejuicios lo llevan a creer que, si lo hace, será visto como débil, vulnerable o incluso ridículo. Y entonces, por miedo a ser denostado, se guarda todo para sí mismo, sufriendo en silencio.
Clara, barrendera de la municipalidad de Monte Vera, lleva más de diez años en el mismo puesto. Su trabajo le permite estar en las calles, conocer a los vecinos, escuchar los murmullos y los chismes que a veces se filtraban en las conversaciones cotidianas.
Cada vez son menos los que recuerdan los días en que las historias se contaban al calor de una fogata, cuando el tiempo parecía detenerse y las tradiciones se transmitían de una generación a otra, con esa sabiduría que solo el paso de los años otorga. Ahora, sus voces se desvanecen lentamente, y con ellas, una parte invaluable de nuestra identidad.
Nos estamos quedando sin esos ancianos que, con su calma y sus ojos llenos de historia, nos enseñaban que el verdadero valor de la vida no está en las prisas ni en lo efímero, sino en las raíces profundas que nos conectan con el pasado.