A veces uno hace de todo para quedarse en la vida de alguien… y aun así, termina sintiéndose fuera.
No era falta de amor, era cansancio. Cansancio de intentar de que te vieran, de dar sin recibir, de explicar lo que debería sentirse sin palabras.
No quería perderte, pero un día entendí que no se puede sostener algo solo con las ganas.
Mi forma de amar no fue perfecta, lo sé, pero fue sincera. Nunca busqué herirnos, solo quería quedarme… pero no se puede construir con quien no quiere mirar hacia el mismo lado.Hoy sé que me enamoré de una idea, no de una persona. De lo que imaginé que podríamos ser, no de lo que realmente fuimos.
Y sí, lloré. Lloré por ti, por lo que soñé, por lo que creí que teníamos.
Lloré hasta entender que a veces el amor no es suficiente cuando solo uno de los dos está dispuesto a luchar por ello.
Al final, no hubo culpables ni héroes, solo dos almas que alguna vez caminaron al mismo ritmo y un día se perdieron en sus propios silencios. No fue falta de amor, sino de coincidencia. Dejamos de reconocernos en la mirada del otro, como si el tiempo hubiera borrado el idioma que solíamos hablar sin palabras. Y así, sin gritos ni despedidas, nos convertimos en eso: solo dos personas que dejaron de encontrarse...