-… y ahí lo tenés,
sin embargo -me decía mi interlocutor-
al amigo Pablo Benetto, con toda su estampa de paisano criollo.
Manos grandes y
cuerudas, como pa ’andar todo el día en el monte méta hacha, o mantener en movimiento
la pala haciendo pozo, o agarrar el arado mansera y las riendas 'e la tordilla
mora pa’ que tire, o ¿por qué no?, pa’ terminar “a mano” el ordeñe ‘e las lecheras.
Dedos gruesos y
piel curtida como criollo trenzador ‘e cuero… Brazos macizos y juertes, como pa’
voltiar novillo de parao… o echar pial a la pasada.
Pata en comba para dentro, pa’ que le sea más cómodo andar de
montao todo el día, con un simple cojinillo y afianzau a la alzada del bagual
con las rodillas. Tobillos anchos y bien formaos, pa’ afianzar mejor las “nazarenas”.
Ojos entrecerraos
y solapaos por los cachetes, como quien descubre ansi la mejor forma de pelearle
a la polvareda que levanta la animalada en un arreo.
Frente amplia y
definida pa’ un mejor calce ‘e la boina o el chambergo.
Andar pesao casi
cansino, como aquel que anda acostumbrao a caminar por la tierra arada.
Pelo ensortijao,
corto y prolijo pa’ que no se pegue la “tutia” o el cadillo, cada vez que un
potro bellaco le ganara la pulseada de la jineteada.
Sonrisa pícara y
sincera de criollo bien predispuesto a echar mano en la apurada, dientes cortos
y parejos como de quien está acostumbrao a comer charque a los tirones y de
montao, pa’ no perder tiempo en la arriada.
Voz serena y
aplicada, que puede romper fácilmente en sapucay, cuando los primeros acordes de
una “verdulera” le repunte en chamamé.
… y con tuitos
esos privilegios que le dio la vida…
y va y me nace en la ciudad, en su vida ha
ido al campo, y no puede diferenciar una
vaca overa de un molino.
-Áiiii lo tené vó….