En mi pueblo, allá lejos y hace tiempo, había algo que me tenía más asustado que gordo en silla de plástico. Y es que, desde mi ventana, cada noche, veía a Don Paco Alonso salir de su casa a escondidas en la noche. ¡Casi, casi como un ladrón! Y yo, con mis diez años y mi imaginación desbordante, estaba convencido de que Don Alonso era el lobizón. ¡El mismísimo lobizón de los cuentos de mis abuelos!