domingo, 10 de marzo de 2024

El secreto de la lluvia...

 Ella era una presencia fascinante en medio del ajetreo de la ciudad, una figura que despertaba su curiosidad más allá de lo que estaba dispuesto a admitir. A sus cuarenta años, Daniel había construido una vida centrada en su trabajo como abogado, una existencia marcada por la rutina y la soledad. Pero ella... ella era diferente.


Cada mañana, al cruzarse en el ascensor, intercambiaban corteses saludos y comentarios triviales sobre el clima o las noticias del día. Aunque apenas se veían, cada encuentro dejaba una huella en él, un deseo latente de conocerla más a fondo. ¿Quién era ella? ¿Qué pensaba? ¿Qué la llevaba a salir de su apartamento cada día?


Su sonrisa era como un rayo de luz en la oscuridad de existencia, un destello de esperanza en medio de su propia monotonía. Cada vez que la veía, su corazón latía con más fuerza y su mente se llenaba de fantasías y preguntas sin respuesta.
Un día de lluvia, mientras Daniel regresaba a casa, la encontró luchando contra su paraguas en la entrada del edificio. Sin dudarlo, se acercó a ella y le ofreció el suyo. 

-"Parece que necesitas una mano"-dijo con una sonrisa amable. Ella aceptó con gratitud, y salio a cumplir con sus obligaciones, mientras el entraba al edificio, protegido de la lluvia.
Desde ese día, sus encuentros se volvieron más frecuentes y cercanos. Una tarde, reuniendo todo su coraje, luego de encontrarla en el pasillo del edificio, la invitó a tomar un café, y para su propio alivio, ella aceptó gustosa.
Esa tarde, en una acogedora cafetería cerca del edificio, comenzaron a conversar de verdad. Hablaron sobre sus trabajos, sus pasiones, sus sueños más profundos. Descubrió que tenían más en común de lo que jamás había imaginado. Cada historia que compartía lo acercaba más a ella, despertando en él emociones que creía haber olvidado hacía tiempo.
Los días que siguieron estuvieron llenos de momentos especiales: paseos por el parque, cenas íntimas en restaurantes acogedores, extensas charlas respecto a libros y películas. Cada momento a su lado era un regalo, una oportunidad de experimentar la felicidad en su forma más pura.


Pero como todas las cosas buenas, su historia tenía un final. Una mañana, cuando Daniel fue a su apartamento con el corazón lleno de esperanza, se encontró con una nota en la puerta. "Lo siento", decía, "pero tengo que irme. Espero que encuentres la felicidad que te mereces". Y así, como llegó, se fue, dejándolo con un corazón roto y una sensación de vacío.


Mientras mira por la ventana, recordando los días que compartieron, Daniel no puede evitar preguntarse qué la llevó a marcharse tan repentinamente. ¿Acaso estaba huyendo de algo? ¿O tal vez estaba buscando refugio en algún lugar más allá de su alcance? (continuara…)

(este cuento, al igual que algunos mas, esta inconcluso desde 1998/1999, lo acabo de encontrar entre los archivos del blog.

Consulta seria ¿da para que lo continúe?

Los leo....