No recuerdo cómo comenzó, ni el momento exacto en que la cámara se convirtió en parte de mí. Solo sé que, desde que decidí caminar solo por el mundo, la fotografía se transformó en la única forma en que podía preservar lo que ya no estaba. Fotografiar las ausencias. Esa era mi misión y, de alguna manera, mi condena.
domingo, 12 de enero de 2025
jueves, 9 de enero de 2025
Gema No Trabajada..
Reza un viejo proverbio hindú:
"আপনি যদি পাহাড়ে হাঁটছেন এবং এমন একটি মূল্যবান রত্ন খুঁজে পান যেটির সমস্ত উজ্জ্বলতা পাওয়ার জন্য আপনি কাজ করতে ইচ্ছুক নন, তবে পাহাড়টিকে বিরক্ত না করার জন্য এটিকে যেমন আছে এবং যেমনটি পেয়েছেন তেমনি রেখে যাওয়াই ভাল।"
Cuya traducción sería algo más o menos así:
“si vas caminando en la montaña y encuentras una gema preciosa que no estás dispuesto a trabajar para sacarle todo su brillo, es preferible dejarla tal cual, y como la encontraste, a fin de no molestar a la montaña”
miércoles, 8 de enero de 2025
El peligro de dar por hecho el amor...
"Muchas veces (no digo ni siempre, ni todos) no sabemos ‘valorar’ lo que tenemos, con lo que contamos, o lo que conseguimos. Y es que tenemos tan ‘incorporado’ como algo normal lo ganado, lo adquirido, que insensatamente imaginamos que esto nos corresponde por derecho. ¿No?
viernes, 3 de enero de 2025
Qué día señor... qué día...
Anoche, tipo 11, las chicharras en los montes que rodean el pueblo parecían haberse reunido para dar un concierto nocturno impresionante, digno de una orquesta sinfónica en plena apoteosis. No sé si fue la intensidad del sonido o el eco de la naturaleza haciéndome pensar que, tal vez, este pueblo entero estaba a punto de ser invadido por una banda de rock de insectos, pero de alguna manera todo me envolvía en una atmósfera tan surrealista como imparable. Como si el silencio, ese antiguo compañero de las noches, hubiera decidido hacer una pausa y dejar a las criaturas de la noche tomar el escenario.
jueves, 2 de enero de 2025
Los adecuados...
La idea de este escrito surge de algo que leí esta misma tarde, y que me pareció fantástico...
Freud afirmaba que las coincidencias no existen. Según él, cuando nos encontramos con alguien por pura casualidad, en realidad es porque esa persona ya había estado en nuestro campo de visión, aunque tal vez de manera inconsciente, apenas perceptible, como un destello al rabillo del ojo. Un instante fugaz, algo que no prestamos atención en su momento, pero que de alguna forma se quedó grabado en nuestro subconsciente, esperando a ser recordado y reconocido cuando fuera el momento adecuado. El misterio, en su visión, no estaba en el azar, sino en el hecho de que todo lo que ocurre está conectado de una manera profunda y significativa, más allá de lo que somos capaces de comprender al principio.