Recientemente vi en internet, un reel en donde una persona preguntaba:
-Rápidamente, dime el nombre de tres personas a las cuales quieres mucho y le deseas lo mejor. - Las respuestas fueron de lo más variadas, pero ninguno dijo su propio nombre.
Recientemente vi en internet, un reel en donde una persona preguntaba:
-Rápidamente, dime el nombre de tres personas a las cuales quieres mucho y le deseas lo mejor. - Las respuestas fueron de lo más variadas, pero ninguno dijo su propio nombre.
Desde temprana edad, siempre había visto el mundo en términos de blanco y negro. Las cosas eran correctas o incorrectas, buenas o malas, sin matices intermedios. Para mí, la vida era una serie de decisiones simples que debían tomarse siguiendo un código de conducta estricto. Pero conforme pasaban los años, comencé a darme cuenta de que la realidad era mucho más compleja de lo que había imaginado.
En la vida, a veces el destino nos sorprende con encuentros inesperados que transforman nuestra existencia de maneras impredecibles. Tal fue el caso de mi primo y yo. Nos (re) conocimos en nuestra edad adulta, en circunstancias que parecían casuales pero que, en retrospectiva, tenían la firma del destino.
En los relatos milenarios, hay una narrativa que ha sido objeto de interpretación, discusión y también de cierto asombro: la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán. ¿Qué significado profundo podría ocultar esta historia ancestral? ¿Acaso es una simple metáfora, o hay algo más que merece ser explorado?
Hoy quiero abordar un tema que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas: la pérdida de confianza. Es algo que puede golpearnos de manera inesperada y sacudir nuestras bases emocionales.
No hay adornos aquí, ni frases inspiradoras que pinten una sonrisa en tu rostro. Hoy quiero ser honesto, estoy molesto, dolido, DECEPCIONADO... y no tengo idea de cómo manejarlo.
En los recovecos de mi mente, se esconden las sombras de mi infancia, tejidas con hilos de ausencia y carencia. Donde el amor de un padre, fue tratado de suplir con techo y comida... a la distancia entiendo no fue suficiente. Pero tampoco estoy en tiempos de criticarle, entiendo que fue su forma... e interpreto tambien estoy repitiendo aquellos patrones.
Me dicen que cuando hablo sin cesar, cuando siento esa urgencia de compartir mis experiencias con todos, quizás sea porque de pequeño no tuve quien escuchara mis palabras. Mis historias quedaron suspendidas en el vacío, sin encontrar oídos dispuestos a acogerlas con atención y comprensión.
Ayer, el novio de la madre llevó al hijo adolescente de esta, a trabajar con él, pero en lugar de enfrentarlo a una tarea físicamente demasiado exigente, le asignó una tarea aparentemente sencilla: le pidió que lo ayude a picar una pequeña canaleta en la pared utilizando una masa y un cincel.