Esta mañana, al despertar, me deleité con el canto de los zorzales, jilgueros, cardenales y calandrias que llenaron el aire con su música. Era un concierto natural, un regalo de la vida que me envolvió en una paz indescriptible mientras me preparaba para venir a trabajar. Cada trino resonaba con la frescura del nuevo día, evocando la belleza de la libertad.