Allá por los campos de Villa Minetti, donde el sol abraza intensamente los pastizales y el viento susurra secretos antiguos entre los árboles, me encontré un atardecer tomando mates debajo de una tusca, con un coro de chicharras encima, y con Rubén Cejas, un hombre de esta tierra, cuyos ojos reflejan la sabiduría milenaria del campo.