En la
actualidad, el paisaje mediático está dominado por una avalancha de contenido
visual y digital, donde la brevedad y la superficialidad parecen reinar
supremas. En este mundo saturado de estímulos, la lectura, una vez venerada
como un medio para la expansión del conocimiento y la exploración de mundos
alternativos, ha sido relegada a un segundo o tercer plano. Hoy en día, parece
que el entretenimiento instantáneo y visual es el rey, mientras que las artes
más tradicionales, como la música y la literatura, luchan por mantener su
relevancia.