sábado, 24 de febrero de 2024

Ya no se lee.

 

En la actualidad, el paisaje mediático está dominado por una avalancha de contenido visual y digital, donde la brevedad y la superficialidad parecen reinar supremas. En este mundo saturado de estímulos, la lectura, una vez venerada como un medio para la expansión del conocimiento y la exploración de mundos alternativos, ha sido relegada a un segundo o tercer plano. Hoy en día, parece que el entretenimiento instantáneo y visual es el rey, mientras que las artes más tradicionales, como la música y la literatura, luchan por mantener su relevancia.

El ascenso de las redes sociales y las plataformas de vídeo ha cambiado drásticamente la forma en que consumimos contenido. Ahora, un video viral de unos pocos segundos puede captar la atención de millones, mientras que un libro bien escrito puede pasar desapercibido en un mar de memes y videos de gatitos. Esta preferencia por la gratificación instantánea ha llevado a una disminución en la lectura, con muchas personas optando por videos cortos y contenido fácil de digerir en lugar de comprometerse con obras más sustanciales.

Pero, ¿qué perdemos en este cambio de paradigma? La lectura, ya sea de libros, artículos o poesía, no solo nos permite acceder al conocimiento acumulado de siglos, sino que también nos invita a reflexionar, a cuestionar y a explorar nuevas ideas. La literatura nos ofrece la oportunidad de escapar de nuestra realidad cotidiana y sumergirnos en mundos imaginarios, mientras que la música nos conmueve en un nivel emocional profundo que ningún video viral puede igualar.

Sin embargo, en medio del frenesí de la era digital, el valor de la cultura y el conocimiento parece haber sido eclipsado por la búsqueda de likes y seguidores. Los influencers de las redes sociales, con sus cuerpos trabajados en el gimnasio y su capacidad para decir las "idioteces" más llamativas, a menudo eclipsan a artistas más talentosos (entre los cuales no me incluyo claramente, solo agrego el dato), pero menos visibles. Esta obsesión por la imagen y la superficialidad ha llevado a una cultura de la celebridad instantánea, donde la fama se mide en clics y compartidos en lugar de logros significativos.

En última instancia, la pregunta que debemos hacernos es qué tipo de cultura queremos promover y preservar. ¿Valoramos la profundidad y la calidad, o estamos dispuestos a conformarnos con la gratificación instantánea y la superficialidad? A medida que avanzamos en esta nueva era digital, debemos recordar que el conocimiento y la creatividad son esenciales para enriquecer nuestras vidas y construir un futuro más significativo y gratificante para las generaciones venideras.

Y es por ello que seguiré escribiendo para mi, y para ese puñado de personas que fielmente me continúan leyendo pese a las nuevas modas...

A Ud, mi querido y enhora buena anónimo lector...

 

GRACIAS TOTALES.... por seguir de ese lado de la pantalla