Hoy quiero abordar un tema que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas: la pérdida de confianza. Es algo que puede golpearnos de manera inesperada y sacudir nuestras bases emocionales.
Hoy quiero abordar un tema que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas: la pérdida de confianza. Es algo que puede golpearnos de manera inesperada y sacudir nuestras bases emocionales.
No hay adornos aquí, ni frases inspiradoras que pinten una sonrisa en tu rostro. Hoy quiero ser honesto, estoy molesto, dolido, DECEPCIONADO... y no tengo idea de cómo manejarlo.
En los recovecos de mi mente, se esconden las sombras de mi infancia, tejidas con hilos de ausencia y carencia. Donde el amor de un padre, fue tratado de suplir con techo y comida... a la distancia entiendo no fue suficiente. Pero tampoco estoy en tiempos de criticarle, entiendo que fue su forma... e interpreto tambien estoy repitiendo aquellos patrones.
Me dicen que cuando hablo sin cesar, cuando siento esa urgencia de compartir mis experiencias con todos, quizás sea porque de pequeño no tuve quien escuchara mis palabras. Mis historias quedaron suspendidas en el vacío, sin encontrar oídos dispuestos a acogerlas con atención y comprensión.
Ayer, el novio de la madre llevó al hijo adolescente de esta, a trabajar con él, pero en lugar de enfrentarlo a una tarea físicamente demasiado exigente, le asignó una tarea aparentemente sencilla: le pidió que lo ayude a picar una pequeña canaleta en la pared utilizando una masa y un cincel.
Recuerdo los días de mi infancia en la 575, pintada enteramente de amarillo, que se alzaba como un faro de conocimiento en medio del paisaje rural que nos rodeaba. Para nosotros, los niños, el patio parecía inmenso, un escenario vasto lleno de posibilidades y aventuras.
En la actualidad, el paisaje mediático está dominado por una avalancha de contenido visual y digital, donde la brevedad y la superficialidad parecen reinar supremas. En este mundo saturado de estímulos, la lectura, una vez venerada como un medio para la expansión del conocimiento y la exploración de mundos alternativos, ha sido relegada a un segundo o tercer plano. Hoy en día, parece que el entretenimiento instantáneo y visual es el rey, mientras que las artes más tradicionales, como la música y la literatura, luchan por mantener su relevancia.
Llegar a la Ciudad de Buenos Aires es como adentrarse en un torbellino de vida y energía. Desde el momento en que puse un pie en esa metrópolis, quedé asombrado por la inmensidad de sus calles, la majestuosidad de sus edificios y sobre todo por la intensidad de la vida urbana.
Allá por los campos de Villa Minetti, donde el sol abraza intensamente los pastizales y el viento susurra secretos antiguos entre los árboles, me encontré un atardecer tomando mates debajo de una tusca, con un coro de chicharras encima, y con Rubén Cejas, un hombre de esta tierra, cuyos ojos reflejan la sabiduría milenaria del campo.
El 14 de febrero se ha comercializado enormemente, convirtiéndose en una ocasión en la que se espera que demostremos nuestro amor a través de regalos extravagantes o gestos románticos. Sin embargo, en una relación sólida, el amor va más allá de los chocolates, las flores o las cenas especiales. Se trata de estar presente, de escuchar, de comprender y de apoyar en los buenos y más aun en los malos momentos.