Norberto apoyó su espalda cansada contra el respaldo de su silla de oficina. Las luces fluorescentes parpadeaban intermitentemente sobre su cabeza casi calva, mientras que el murmullo constante de las conversaciones de sus colegas llenaba el aire. El reloj en la pared marcaba la una de la tarde, y él se encontraba en la misma rutina monótona que había seguido durante las últimas décadas.