Te despiertas a mitad de la noche, transpirado, jadeando, casi taquicárdico.
Observas al lado tuyo y sentís su cuerpo e inútilmente tratas de abrazarla y percibir su aroma, sentir su ensueño, su calor… murmuras su nombre y le cuentas que has sido víctima de una estúpida y horrible pesadilla.
Abrís realmente los ojos…
Te das cuenta que la soledad…es tu única compañera y que la realidad a la que despiertas es mucho peor que tu propio sueño.
Enciendes la luz y te tomas un poco de tiempo. Tratas de asimilar, recapitular, pensar de como fue que llegaste a esto, no lo aceptas, no te agrada... pero lo terminas entendiendo.
Tratas de conciliar el sueño infructuosamente.
Sabes que cuando cierres los ojos ya nada será lo mismo…o lo que es peor…todo seguirá igual.
Te consuela pensar que un camino es largo, pero si seguís andando siempre se llega. Te gustaría creer que ese camino tiene un final.
No sabes si has vivido el principio, si ya lo empezaste a transitar o lo llevas desandado… te angustia no saberlo.
Te gustaría que todo sea ayer.
¿Pensás que cambiar algo del pasado hubiera servido?
Crees que ya poco te importa… tristemente te das cuenta que no es así…te importa más de lo que debería, sino… no sería la madrugada y estarías escribiendo…
