sábado, 6 de abril de 2024

Una musa silente...

La lluvia, con su ritmo constante y reconfortante, actúa como un bálsamo para el alma, permitiéndome sumergirme en un estado de contemplación serena. Es como si cada gota que cae del cielo trajera consigo una nueva idea, una nueva perspectiva, una nueva historia por contar. En esta atmósfera húmeda y lloviznosa (¿existe el termino o lo acabo de inventar?), mi creatividad florece, nutrida por la melancolía del ambiente y la introspección que trae consigo.

El proceso creativo del escritor es un viaje solitario y fascinante, donde cada palabra escrita es un paso más hacia la materialización de un mundo único y propio. En días como hoy, me sumerjo en ese mundo interior con renovado fervor, dejando que las emociones y las experiencias se entrelacen con la lluvia que cae lánguidamente fuera de mi ventana.

Las palabras fluyen como las corrientes de agua que corren por las calles, llevando consigo la esencia misma de mis pensamientos y sentimientos. Cada frase es como una gota de lluvia que se une a otras para formar un arroyo, luego un río, y finalmente, un océano de significado y belleza.

Así, en días como hoy, el proceso creativo del escritor se vuelve aún más intenso y profundo, como si la misma lluvia que cae del cielo estuviera impregnada de inspiración. En cada gota, encuentro un destello de creatividad, una chispa de genialidad que me impulsa a seguir adelante, a explorar nuevos horizontes y a dar vida a mundos que solo existen en el ámbito de la imaginación.

En resumen, en días como hoy, la lluvia no solo acrecienta mi proceso creativo como escritor, sino que lo nutre y lo enriquece, transformando cada momento en una oportunidad para explorar la magia que yace en lo más profundo de mi ser.

Quiza no puedan comprenderlo, o no encuentro las palabras acordes para hacerme entender, pero la lluvia, con su cadencia constante, parece susurrar secretos ancestrales que solo el corazón del escritor puede captar. Es en estos momentos de quietud, cuando el mundo se envuelve en un manto grisáceo, que encuentro la paz necesaria para dejar fluir mi creatividad sin restricciones.

Cada gota que golpea el suelo es un recordatorio de la fugacidad de la existencia, una invitación a plasmar en palabras los matices efímeros de la vida. En medio de la lluvia, encuentro la inspiración para explorar los temas más profundos y universales, para reflexionar sobre el amor, la pérdida, la esperanza y el paso del tiempo.

El proceso creativo del escritor en días como hoy se convierte en un acto de comunión con la naturaleza, donde las palabras se entrelazan con el sonido de la lluvia y los latidos del corazón. Cada frase es una gota de rocío que alimenta el jardín de la imaginación, haciendo florecer ideas que brotan como delicadas flores en medio del temporal.

En esta danza íntima entre el escritor y la lluvia, se revelan los secretos más profundos del alma humana, las luces y sombras que dan forma a nuestra existencia. Es un viaje de autodescubrimiento, donde cada palabra escrita es un paso más hacia la comprensión del universo interior y exterior.

Así, en días como hoy, la lluvia se convierte en mi musa silenciosa, en mi compañera de viaje en el vasto océano de la creación literaria. En su abrazo suave y constante, encuentro la fuerza y la claridad para dar forma a mis pensamientos y emociones, transformándolos en relatos que trascienden el tiempo y el espacio...

 

                                          ... al menos para mi mismo.

                                                                                      ERGO KADAR