Era un Miércoles cualquiera cuando me senté al inodoro, intentando aliviar los estragos que me había provocado el mate "fiero" que me preparó Gustav Perichonwski, un tipo raro, polaco él, coifeur, que vino a instalarse entre la iglesia y el club unidos con su peluquería. Así que, entre ventosidades y maldiciones, empecé a hacerme preguntas mientras las tripas me retorcían como si fueran un par de gatos peleándose en la panza. Si algo había aprendido en todos estos años en el campo, es que a veces la vida te pega donde menos lo esperás, y hoy me pegó justo en el estómago (Y UN POCO MAS ABAJO… PA’ QUE MENTIRLES).