martes, 4 de marzo de 2025

Atencion Plena (o como conseguir que todo te chupe un hué...)

 

Desde hace un tiempo, he encontrado en la atención plena, o mindfulness, una manera de vivir más en sintonía con el presente. Para mí, el mindfulness es la capacidad de estar consciente de cada momento sin juicios ni distracciones. No se trata solo de respirar profundamente o sentarse en silencio, sino de estar verdaderamente presente en todo lo que hago, apreciando cada experiencia con una mente abierta y receptiva.

En mi vida diaria, aplico el mindfulness en diversas situaciones. Por ejemplo, cuando tomo mi primer mate por la mañana, en lugar de hacerlo mecánicamente, me detengo a sentir su aroma, a notar el calor del mismo en mis manos y a saborear cada sorbo. También lo practico cuando camino por la calle, observando los sonidos, los colores y las sensaciones en mi cuerpo, en lugar de estar sumido en pensamientos automáticos o en la pantalla del celular. Incluso en situaciones desafiantes, como una discusión o un día de trabajo estresante, intento ser consciente de mis emociones sin dejarme arrastrar por ellas, lo que me permite responder de manera más serena y equilibrada.

Los beneficios del mindfulness han sido notables en mi bienestar general. He notado una reducción en mis niveles de estrés y ansiedad, pues al estar presente, dejo de preocuparme tanto por el futuro o de quedarme atrapado en el pasado. Mi concentración y productividad han mejorado, ya que me resulta más fácil enfocarme en una tarea a la vez sin dispersarme. Además, siento una conexión más profunda con las personas y las experiencias, lo que ha enriquecido mis relaciones y mi percepción del mundo.

Sin embargo, también he enfrentado ciertos retos en esta práctica. Al principio, me costaba mucho mantener la concentración, ya que mi mente tendía a divagar constantemente. Además, hubo una resistencia inicial a aceptar ciertos pensamientos o emociones sin juzgarlos, especialmente aquellos incómodos o dolorosos. En algunas ocasiones, aún me encuentro luchando contra la tendencia de querer acelerar el ritmo de las cosas o de actuar en piloto automático, pero he aprendido que la clave está en la paciencia y la constancia.

En definitiva, integrar el mindfulness en mi rutina ha transformado mi manera de vivir. Ahora soy más consciente de la belleza de los pequeños momentos y de la importancia de aceptar cada experiencia tal como es. Seguir practicándolo no es una obligación, sino una elección que hago todos los días porque me permite vivir con mayor paz, claridad y gratitud. Aún sigo aprendiendo, pero cada día que elijo estar presente, reafirmo que vale la pena el esfuerzo.

 

 

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