sábado, 8 de marzo de 2025

Se tenia que decir... y se dijo (calor- TE ODIO...SABELO)

 

Realmente… ¿a quién le puede gustar el calor?... no lo entiendo.

¿Cómo te puede gustar andar con los sobacos mojados y ese put… calor asfixiante de estos pagos que no podes ni respirar?

La gente anda irascible, ya de por sí, y a eso le sumamos el calor del toor, INAGUANTABLE.

Yo siempre digo, quizá a modo de stand up casero y propio, te doy tres ejemplos mismos en invierno y en verano:

En invierno: paras en un semáforo, te miras con el de al lado:

- hola…

-hola (te contestan)

-qué día, ¿no?

-Si, si… fresco.

Te saludas y te vas

Venís caminando pro la calle, se tropieza y se cae un tipo:

- ¿Ey…que te paso? Estas bien

- Sí, sí, ¿solo me tropecé

- en serio estas bien?...

- sí, sí, gracias

-bueno chau…cuídate.

Y te vas

Llegas a tu casa, cerras la puerta, te sacas el abrigo, lo colgas y vivís tu vida.

Mismas TRES SITUACIONES, pero en verano:

Frenas en el semáforo, te miras con el de al lado:

- ¿¿¿¿QUE MIRAS LA RECALCADA CON… DE TU HERMANA???? (porque estas irascible, enojado con la vida sin saber con quién desquitarte).

Vas caminando, ves un tipo caerse:

-ABRÍ LOS OOOOOOJOS NO LA BOCA, MAMERTO.

Llegas a tu casa, te desnudas, te arrancas la piel a girones Y SEGUIS TENIENDO CALOR…

NO ME JODAN

Yo siempre digo, debería haber nacido de Trelew para abajo… no hay otra.

El verano, es para el que tiene MUCHA PLATA; pileta, patio con sombra, poder económico para tener el aire acondicionado a -15° y poder pagar la factura de la luz… en fin

El verano es para los que no tienen que tomarse el 15 a las dos de la tarde, con el chofer que maneja con una toalla en el cuello y la unidad que, claramente, pasó por un crematorio antes de arrancar el recorrido.

El verano es para los que no tienen que ir al centro a hacer trámites, donde el asfalto te devuelve el calor como si estuvieras pisando una plancha gigante, y la gente en la fila de la muni, parece una escena eliminada de The Walking Dead.

El verano es para los que no tienen que dormir con la ventana abierta y el ventilador en 5, que ya no tira aire sino un susurro lastimero, y que en la madrugada te despiertan los mosquitos con ese zumbido satánico en la oreja, como si te estuvieran leyendo las cláusulas del infierno.

No, hermano, el verano no es para cualquiera. El verano es para Jeff Bezos, para los jeques árabes, para el que tiene una casa en Rincón con pileta y ni pisa el cemento caliente del centro. Para el resto, el verano es un castigo divino, un recordatorio de que estamos más cerca del infierno de lo que creemos.

Y ni hablar de los cortes de luz.

Porque claro, si tenés aire acondicionado y pagás la factura con un riñón, no te creas que te salvaste… NO, MI REY. La EPE te tiene de rehén. Un día cualquiera, a las tres de la tarde, cuando el calor es tan fuerte que las iguanas caminan con chancletas (diría Landriscina), ¡PUM! Se corta la luz.

Primero te quedás quieto, esperando que vuelva en cinco minutos. No vuelve. Te empieza a caer una gota de sudor por la espalda. A los diez minutos ya estás puteando. A los quince, empezás a hacer promesas a Dios, a la Virgen de la Luz, a San Cayetano y a Santa Barbara, para que vuelva la electricidad. A la media hora, ya estás caminando en círculos, ventilándote con una revista vieja y considerando meterte en la heladera como método de supervivencia.

Y si tenés que cocinar… OLVIDATE. Ahí ya entramos en terrenos de sadismo puro.

Porque claro, en invierno te mandás un buen guiso carrero, un puchero, o dejas la olla hirviendo y hasta te viene bien para calentar un poco la cocina. Pero en verano… ¿quién carajo prende una hornalla con 45 grados de sensación térmica? ¡ES UNA SENTENCIA DE MUERTE!

Pones a hervir unos fideos y el calor que sale de la olla te deja la cara como un pollo rostizado. Abrís el horno y, en un segundo, sentís como un chancletazo de fuego te da de lleno en plena jeta.. Entonces, terminas comiendo un pebete de jamón y queso con la expresión de un soldado en la trinchera, resignado a su destino.

Y después, la ducha. Ay, la bendita ducha… ese oasis en medio del infierno.

El problema es que dura poco. Porque te bañas, te pones ropa limpia, y a los dos minutos ya estás pegoteado de nuevo, como si el agua no te hubiera tocado. Es más, hay momentos en que sentís que sudas mientras te estás secando. Es una guerra perdida.

Y el pelo… mamita querida, el pelo en verano es un misterio. Te lo lavás, lo secás, y a los cinco minutos parece que te hubieras pasado grasa de asado. No importa qué hagas, siempre tiene esa textura de "metí la cabeza en una freidora".

Por eso yo insisto: esto no es vida. El verano no es una estación del año, es una venganza personal de alguien que nos odia. Algún dios antiguo, un funcionario del clima, no sé. Pero de lo que estoy seguro es que, si existe el karma, en mi otra vida debo haber sido un aire acondicionado en una concesionaria de autos, porque esto que estoy pagando ahora NO TIENE EXPLICACIÓN.

 

Y después está la noche. Porque si de día es insufrible, de noche es una tortura medieval. Dormir en verano es como intentar descansar en una parrilla. Pones el ventilador, pero da lo mismo: remueve aire caliente, como si alguien te estuviera soplando fuego en la cara. Te das vueltas en la cama, las sábanas se te pegan al cuerpo como una empanada mal cerrada, y cuando finalmente lográs dormirte… TE LEVANTÁS EMPAPADO. Como si hubieras corrido una maratón en el mismísimo Amazonas, seguido de cerca por una jauría de Yaguaretés hambrientos...

Entonces, ahí estás, a las cuatro de la mañana, parado en calzoncillos frente a la heladera abierta, tomando agua como si hubieras cruzado el desierto, preguntándote qué hiciste mal en la vida para merecer esto.

Yo siempre digo… el verano debería venir con un botón de “pasar de nivel”, como en los jueguitos. Listo, suficiente, nos vemos en otoño.

Y encima tenés que aguantar a los fanáticos del verano.

Porque no falta el optimista de mierda que te dice:

- "¡Ay, pero ¡qué lindo el calorcito! ¡Aprovechá, salí a tomar algo fresco!"

¿Fresco, QUÉ? ¿Un jugo de lava? ¿Un tereré con magma volcánico? ¿Dónde está lo fresco, hermano? ¿Vos me ves la cara? ¿Ves esta expresión de sufrimiento que tengo? Esto no es vida, esto es sobrevivir.

Después está el que te tira la frase de manual:

-Pero en invierno te cagás de frío también.

A ver, maestro, en invierno me pongo un buzo, un par de medias, y ya está, problema resuelto. En verano, por más que me saque toda la ropa y me siente en bolas frente a un ventilador industrial, el calor sigue ahí, mirándome fijo, riéndose en mi cara.

Y ni hablemos de la gente que te quiere invitar a hacer actividad física:

- ¡Vamos a la costanera a caminar!" ¿A CAMINAR? ¿Vos me queres ver muerto, hermano? Yo camino dos cuadras en esta temperatura y ya estoy para que me hagan un homenaje en el obituario del diario.

O peor, los que te dicen:

- ¡Vamos a la pile!

 Sí, dale, vamos a la pileta del club, donde el agua está caliente como sopa de internado y hay trescientos pendejos saltando en bomba al lado tuyo. Nada me relaja más que sentir un chorro de agua de dudosa procedencia en la cara mientras intento no morir sofocado.

No, señores. El verano no es vida.

El verano es una prueba de resistencia, una competencia darwiniana para ver quién sobrevive sin perder la dignidad en el intento.