lunes, 24 de marzo de 2025

Perdonar avanzando...

 

En estos días pasados, leí en el estado de whatsapp de mi hermana mayor (GRAN PERSONA Y MEJOR HERMANA), una frase que decía (y cito):

Perdonar a las personas en silencio y elegir no volver a hablar con ellas, no se trata de enojo ni de guardar rencor. Se trata de cuidado personal. Se trata de soltar el peso que dejaron atrás sin volver a abrir la puerta del dolor. Perdonar no significa olvidar, significa elegir la paz para uno mismo...

 

Lo cual OBVIAMENTE y como podrás apreciar en este escrito pseudofilosófico me llevo a replantearme algunos "enconos mantenidos" y su natural manera de re-encausarlos, entendiendo que perdonar a las personas no siempre es un proceso fácil, y muchas veces se malinterpreta. La idea de perdonar no significa olvidar lo que ha sucedido ni excusar el daño que nos han hecho. En lugar de eso, se trata de tomar una decisión consciente de soltar el dolor y liberarse del peso emocional que esa situación nos causa. Es una forma de cuidar de uno mismo.

Cuando alguien nos hace daño, es normal sentir tristeza, enojo o incluso traición. Esas emociones son naturales y son parte de nuestra respuesta ante el dolor. Sin embargo, aferrarse a esos sentimientos puede ser aún más dañino para nosotros con el paso del tiempo. El enojo, la tristeza o el resentimiento pueden convertirse en una carga pesada que nos impide avanzar y disfrutar de la vida. Por eso, perdonar es una forma de liberarnos de esa carga, no por la otra persona, sino por nosotros mismos.

Es importante entender que perdonar no significa que lo que hizo esa persona esté bien, ni que tenemos que volver a abrir la puerta a esa relación. Perdonar no quiere decir que debamos seguir en contacto con la persona que nos hizo daño ni que tenemos que volver a confiar en ella. De hecho, a veces la mejor forma de cuidarnos es elegir no volver a hablar con esa persona, especialmente si no ha mostrado arrepentimiento o cambio en su comportamiento. El perdón en este caso es un acto de auto cuidado, un acto de protección personal.

Elegir no volver a hablar con alguien no es un acto de rencor, sino una forma de cerrar un capítulo que ya no tiene espacio en nuestra vida. Esto puede ser especialmente importante cuando la relación con esa persona ha sido tóxica o cuando el daño que nos causó sigue afectándonos. Alejarse de esa persona y de las emociones que generó puede ser un paso fundamental para sanar. No se trata de odiar a la persona ni de desearle mal. Se trata de soltar el peso que nos dejó y de elegir no cargar con ese dolor más tiempo del necesario.

Perdonar también significa aceptar que no podemos cambiar lo que ha pasado. Podemos aprender de la experiencia, pero no podemos modificar el pasado. Lo que está bajo nuestro control es cómo manejamos las emociones que esa situación nos causó. El perdón es, en gran medida, una decisión personal. Decidir que no vamos a dejar que esa persona siga ocupando espacio en nuestra mente y corazón. Es decir, tomamos la decisión de elegir la paz por encima de la angustia.

Es común que muchas personas confundan perdonar con olvidar, pero son conceptos muy distintos. Perdonar no significa borrar lo que ocurrió de nuestra memoria. Significa dejar de sufrir por lo que pasó. Significa dejar de revivir el dolor y, en lugar de eso, avanzar. Olvidar, en cambio, implica una amnesia del daño recibido, lo que no siempre es saludable ni realista. El perdón, entonces, no se trata de hacer como si nada hubiera sucedido, sino de decidir no seguir alimentando el dolor.

En resumen (ojo, siempre siguiendo mi propio criterio el cual repito hasta el cansancio, no intento que fuere una verdad absoluta), perdonar es un acto profundamente personal y liberador. Se trata de cuidar de uno mismo, de soltar lo que nos pesa y de elegir la paz. No es necesario mantener una relación con quienes nos han herido ni cargar con el dolor de lo sucedido. Al perdonar, liberamos espacio en nuestra vida para el bienestar, para nuevas experiencias y para sanar de una manera que nos permita avanzar.